Noé y el desfile de animales

Sal y Pimienta, los amiguitos llamados Alberto y Félix, tenían algo muy emocionante que contarle a doña Beatriz y a sus amigos del Club Tesoros. Un tío de Sal los había llevado de paseo a ver el barco donde trabajaba, ¡y habían conversado con el capitán!

–El capitán me dio la mano –dijo Pimienta.

–Y nos dejó manejar el timón –dijo Sal.

Después de conversar un rato acerca del barco que visitaron Sal y Pimienta, doña Beatriz repartió papel para que hagan barquitos.

–Los barquitos de papel son fáciles de hacer pero no duran mucho –dijo la buena vecina–, y solamente sirven para jugar.

Para hacer el barquito los niños tenían que seguir exactamente las instrucciones: doblar el papel por la mitad; doblar dos puntas hacia el centro… los niños seguían una por una las indicaciones de doña Beatriz.

–¿Quién ha oído hablar de un barco que era como un gran zoológico? –preguntó doña Beatriz.

–Un barco no puede ser un zoológico –intervino Pimienta–. El zoológico es un parque para animales. En un barco no caben los elefantes y las jirafas.

–¿No has oído hablar del arca de Noé? –le preguntó Pepita.

–Sí, he oído acerca del arca de Noé –respondió Pimienta, un poco indignado–. Pero doña Beatriz nos preguntó acerca de un barco que era como un zoológico.

–Pimienta, el arca era un barco grande –dijo Sal a su amigo.

Sin más discusión, la buena vecina les contó la historia de Noé el constructor y capitán del arca-zoológico.

Noé y el arca

Había mucha maldad en el mundo; tanta maldad que Dios se arrepintió de haber hecho al hombre. Decidió destruir a la humanidad. Mandaría un diluvio para acabar con todos.

Pero no era posible destruir a todos, porque había un hombre que obedecía a Dios. Su nombre era Noé.

Un día Dios le habló. «Noé –dijo Dios–, la gente es muy mala y desobediente. He decidido destruir a todos. Pero voy a dar una oportunidad de salvación. Quiero que construyas un arca, un barco grande. Te voy a dar las medidas y las instrucciones, y te diré qué materiales emplear.»

Y así fue. Dios le dio a Noé el tamaño exacto: 300 codos de largo, 50 de ancho y 30 de alto. Y le dijo cómo debía hacer todo, incluso la puerta y la ventana para ventilación.

(Un codo equivale a medio metro o a 1,5 pies; calcúlalo.)

El desfile de animales

Noé nunca había visto lluvia, porque en esos tiempos no llovía. Dios le dijo que llovería. Noé creyó a Dios y, como dice la Biblia, hizo todo según lo que Dios le mandó.

Noé debía entrar al barco con su familia. Él tenía esposa y tres hijos; sus hijos tenían esposas. Eran ocho personas. Ellos entrarían allí con una pareja de cada especie de animal. El barco iba a ser tan grande que habría lugar para todos los animales, aún para los elefantes y las jirafas.

Noe y sus hijos trabajaron largo tiempo. Tuvieron que ir al bosque a cortar árboles para tener la madera que necesitaban. Seguramente la gente se burlaba de que estaban construyendo un barco lejos del mar. Además, ¿cómo llovería?

Noé y sus hijos construyeron el barco tal y como Dios lo había indicado. Cuando estuvo listo, tuvieron que juntar comida para ellos, sus esposas, y todos los animales.

Una mañana, Noé vio algo extraño. Un desfile de animales venía desde lugares remotos. Dos elefantes, dos leones, dos tigres, dos jirafas, dos cebras, dos gatos, dos ratoncitos… todos los animales venían desfilando hacia el barco.

Salvados del diluvio

Todos los animales entraron al barco; luego Noé y su familia. Nadie más entró; sólo ellos. Después, Dios mismo cerró la puerta. Siete días estuvieron en el arca sin que pasara nada. Entonces comenzó a llover, ¡y cómo llovía! Llovió cuarenta días y cuarenta noches. Toda la tierra se cubrió de agua.

¿Crees que tenían miedo? Tal vez; pero sabían que Dios estaba con ellos. ¿Y toda la gente? Todos los que no entraron en el arca murieron ahogados, porque no creyeron en el Señor. Pero Noé fue fiel. Se salvó porque hizo todo según lo que Dios le había mandado.

MIS PERLITAS

En MIS PERLITAS está todo lo que corresponde a esta historia.

Un cachorrito como Javier


A Javier, el sobrino de doña Beatriz, le encantan los perros. Un día, la buena vecina les contó a los niños del Club Tesoros acerca de su sobrino Javier y cómo consiguió un perrito que es como él.

Felipe, un joven amable y compasivo, tenía unos cachorros que necesitaba vender. Un día puso un aviso cerca de su casa para anunciar la venta.

No bien había acabado de ponerlo, escuchó la voz tímida de un niño. Era Javier que al pasar por allí vio el aviso y se interesó en comprar un perrito.

CACHORROS DE RAZA PURA

–Felipe, quisiera comprar uno de tus perros.

–Muy bien, muchacho –respondió Felipe, mientras se limpiaba el sudor de la frente–, pero estos cachorros son de raza pura y cuestan mucho dinero.

Javier, cabizbajo, metió la mano en el bolsillo y sacó un puñado de monedas.

–Es todo lo que tengo –dijo Javier–. ¿Puedo verlos?

–Claro que sí –le respondió Felipe.

Con un silbido llamó a la madre de los cachorros. La perra salió corriendo de la casa, seguida de cuatro encantadores perritos. Javier no pudo disimular el placer que sintió al verlos.

EL PERRITO QUE COJEABA

Mientras los cachorros se acercaban a la cerca de alambre, Javier se dio cuenta de que otro perrito se había asomado a la puerta.

Ese perro salió lentamente, sin poder ocultar lo pequeño que era comparado con los demás. Se esforzó al máximo por alcanzar a sus hermanitos, pero le costó mucho trabajo porque cojeaba de una pata.

–Yo quiero ése –dijo Javier y señaló al perrito cojo.

Felipe se acercó a Javier y le aconsejó:

–Ese cachorro no te conviene. Él jamás podrá correr y jugar contigo como otros perros.

Javier dio un paso atrás, se inclinó, y comenzó a remangarse el pantalón. Tenía un aparato ortopédico que lo ayudaba a caminar, sujetado a su zapato con tornillos.

Miró a Felipe, y le explicó:

–Como puedes ver, para mí también es difícil correr. El cachorrito va a necesitar a alguien que lo comprenda.

UN CORAZÓN COMPASIVO

¡Qué bello corazón el de Javier! Desde pequeño había aprendido a ser amable y compasivo. Sus padres le habían enseñado a tener una buena actitud, a pesar de su discapacidad.

El joven Felipe quedó tan conmovido por la actitud de Javier que decidió darle el perrito.

–Muchacho, ese perrito te necesita –dijo Felipe–. Te lo regalo. ¡Llévalo y cuídalo!

–¿Me lo regalas? –exclamó Javier, muy emocionado–. ¡No lo puedo creer!

–Sí, muchacho, veo que tienes un buen corazón. Este perrito va a ser feliz contigo.

–Gracias, Felipe. Gracias, ¡muchas gracias!

Muy feliz, Javier miró al perrito y dijo:

–¡Feliz! Te llamarás Feliz. Tú y yo seremos felices. ¡Qué bueno que encontré un perro que es como yo!

Javier dio un fuerte abrazo a Feliz y ambos se fueron cojeando por la calle. El perrito cojo ahora tenía un amo que lo iba a comprender y amar.

Doña Beatriz animó a los niños a ser amables y compasivos, tal como Javier. El Señor Jesús puede ayudarte a ti también a ser amable y de buen corazón.

 

MIS PERLITAS

En Mis Perlitas hay todo el material que acompaña a esta historia.

El gato solitario hecho héroe

Crespo es un gato negro consentido y feliz; pero no siempre fue así. Desde un principio Crespo fue rechazado. Sus hermanos no lo querían porque era negro y feo.

La gente del pueblo donde vive Crespo es supersticiosa. Casi todos creen que los gatos negros traen mala suerte. Cuando ven a un gato negro en el camino escupen tres veces para que no les pase nada malo. Muchas veces han escupido al ver a Crespo.

UN GATO SOLITARIO

Los hermanos de Crespo fueron adoptados en buenas familias, pero nadie adoptó a Crespo. Él llegó a ser un gato solitario, despreciado por su color y por ser feo; un gato que vagaba sin rumbo por las calles.

Crespo veía que los niños jugaban con otros gatos; pero nunca con él. ¿Por qué me desprecian? se preguntaba.

Como Crespo nunca se había mirado en el espejo, no sabía que era feo. Pero nadie es feo. La Biblia dice que Dios todo lo ha hecho hermoso. Para Dios toda su creación es hermosa. A los ojos de Dios nadie es feo.

UN NIÑO BUENO

Un día cuando Crespo andaba por la calle, solo y triste, su vida cambió. Crespo se encontró con Omar, un niño bueno.

Omar siempre había soñado con tener un gato negro. Le encantan los ojos de los gatos negros porque parecen caramelitos.

Sus amigos le dicen que los gatos negros traen mala suerte; pero su papá le ha dicho que no crea en eso, porque es superstición creer en la mala suerte.

¿Qué es superstición? Es cuando uno piensa que la suerte rige lo que nos pasa. Se le da a las cosas un carácter mágico. Pero los que creemos en Dios sabemos que Él controla las cosas. Un gato negro no trae mala suerte; como tampoco un gato blanco puede traer buena suerte.

Cuando Omar vio a Crespo, corrió para acariciarlo.

–¡Ven, gatito lindo! –le dijo–. ¡Qué bellos ojos tienes! Nunca he visto a un gato con ojos tan verdes. ¡Y eres negro! Siempre quise tener un gato negro.

UN HOGAR Y UN NOMBRE

Como nadie se había interesado por Crespo y como vivía solo, decidió ser el gato de Omar. Desde ese día Crespo ya no andaba cabizbajo, con la vista en el suelo en lugar de mirar al sol. Se estiró, levantó la cabeza, y contempló las maravillas del cielo. Hasta daba aires de ser importante.

Crespo ahora come las mejores comidas, se pasea por el vecindario con la cola en alto, ¡y nadie lo hace intimidar!

Cuando alguien escupe tres veces al verlo pasar, Crespo lo mira con una sonrisa. ¡Ya no le importa! Omar le ha enseñado que tiene valor y que es un gato refinado. ¡Crespo no cree en la superstición!

Si Crespo se mirara en el espejo vería que no es feo. Ha crecido y se ha vuelto elegante. Y tiene el nombre de un jugador de fútbol que fue famoso. El papá de Omar no deja de hablar del futbolista Crespo, aunque hace tiempo que éste dejó de jugar en el equipo de su país. A Omar le gusta ese nombre, por eso le puso Crespo al gato negro de ojos verdes y brillantes.

En una de sus andanzas Crespo se encontró con sus hermanos, que lo habían despreciado. Ellos se sorprendieron al verlo tan elegante y feliz. «Miau, miau –maulló Crespo–. Tengo un dueño que me aprecia. Me quiere mucho.»

CRESPO SALVA A SU AMO

Un día Crespo y Omar fueron al bosque a pasear. Iban saltando alegres por el sendero cuando Omar se tropezó con un tronco y cayó al suelo. Se golpeó la cabeza contra una piedra grande. Omar perdió el conocimiento.

Crespo se asustó al ver lo que le pasó a su dueño. Inmediatamente corrió de regreso a casa y empezó a maullar fuerte. Se restregaba contra las piernas de la mamá de Omar. Ella comprendió que Crespo quería mostrarle algo. Preocupada por su hijo Omar siguió a Crespo. Él la llevó al bosque, donde Omar estaba tirado en el suelo sin poder levantarse.

Si no fuera por Crespo, quién sabe cuándo hubieran encontrado a Omar. Esa noche Crespo recibió doble porción de comida y muchas caricias. Crespo comprendió que había hecho algo bueno. Su querido dueño le dio muchos abrazos. ¡El gato feo y despreciado se había convertido en héroe!

A los ojos de Dios nadie es feo. ¡Él todo lo hizo hermoso!

MIS PERLITAS

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Kallpa, el cuy fuerte

Kallpa es un cuy, un animalito roedor como el conejo, que vive en la selva del Perú. La selva es un inmenso bosque con distintas clases de árboles, plantas con hojas grandes, toda clase de insectos, y ríos con variedad de peces. Es un lugar donde hace calor y hay mucha lluvia.

Pero no toda la selva es bosque. Hay ciudades y pueblos, rodeados de los bosques. Los ríos son los caminos; se viaja en botes o canoas. A muchos lugares de la selva llegan aviones, que aterrizan en pistas de aterrizaje o en los ríos.

Una familia de cuyes

En una casita de la selva vive Kallpa con su mamá, su hermanita y sus tías. Los cuyes no son de la selva sino de la sierra; pero son fuertes y pueden vivir en cualquier lugar.

La sierra es el lugar montañoso llamado Cordillera de los Andes. Allí los pueblos y las ciudades están en valles entre las grandes montañas. En la sierra hace frío y en las alturas cae nevada. Los abuelos de Kallpa vivían en la sierra antes de que sus dueños los llevaran a la selva.

Algo pasó cuando la familia de Kallpa llegó a la selva. El cuy Kallpa y sus tres hermanitos nacieron muy pequeños. Solamente dos de ellos lograron vivir.

Las tías de Kallpa también perdieron algunos de sus bebes. En su casita no entendían lo que pasaba. Todos comían plantas y su alimento para cuyes, y bebían mucha agua; pero aun así estaban débiles.

Para Kallpa esto era muy contradictorio. Su nombre significa «fuerza»; sin embargo, él era débil.

¿Por qué me han puesto ese nombre? –pensaba Kallpa–. ¡De fuerte no tengo nada!

Un día, Kallpa se despertó tarde. Vio que solo quedaba una hoja para comer. Corrió rápidamente para alcanzarla; pero su tía le ganó, y se la comió.

Kallpa se enojó y le dijo a su mamá:

–¿Por qué me pusiste el nombre de Kallpa? Mejor me hubieras puesto «Pikichaki».

Kallpa se hace fuerte

Uno de los idiomas que se habla en el Perú es el quechua. Kallpa es un nombre quechua; Pikichaki también. Quiere decir «pata de pulga».

La mamá de Kallpa sonrió y le dijo:

–Jamás te quejes de tu nombre. Yo te lo puse con mucho amor y sé que serás muy fuerte.

Esa noche Kallpa se quedó despierto hasta tarde. Estaba pensando en lo que le había dicho su mamá. Ella estaba segura de que él sería fuerte. Se sintió mal de haberse enojado por el nombre que le pusieron y porque no era fuerte.

De pronto escuchó a sus dueños. Ellos habían estado preocupados por sus cuyes. Uno de ellos dijo:

«¡Eso haremos! Mañana traeremos el alimento especial.»

¿Alimento especial? –se preguntó Kallpa–. ¿Cómo será? Pensando en eso se quedó dormido.

Kallpa despertó como flotando; había un aroma agradable.

–Ven, hijo, prueba este nuevo alimento –le dijo su mamá.

Kallpa fue corriendo para probarlo. Era diferente; y dulce.

–Mamá, ¡qué rico! –dijo Kallpa.

Comió más de lo normal. De verdad era delicioso. Todos los días esperaba con ansias la hora de la comida.

Al poco tiempo, el pequeño cuy comenzó a sentirse un Kallpa completo. Estaba fuerte y había crecido mucho.

Su casita se llenó de pequeñines. Ahora tenía muchísimos primos y hermanitos; todos fuertes y sanos.

Kallpa le agradeció a su mamá por su nombre perfecto. Ya no quería ser «pata de pulga», algo tan pequeño que apenas se puede ver.

Kallpa y su familia habían estado comiendo el alimento equivocado. Nunca más nuestro amiguito cuy quería comer eso. Por el resto de su vida Kallpa quería comer el nuevo alimento especial que trajeron sus dueños.

Con el nuevo alimento Kallpa creció fuerte como su nombre. Ahora es papá y abuelo; tiene muchos hijos y nietos cuyes. Todo gracias a un buen alimento.

Tú puedes ser fuerte

¿Sabes que Dios quiere que seas fuerte? En la naturaleza ha provisto mucho buen alimento para tu cuerpo. ¿Qué cosas te gusta comer? Evita alimentos con mucho azúcar.

Para tu alma Dios ha provisto el alimento de su Palabra, la Santa Biblia. Lee la Biblia como alimento espiritual para ser fuerte en tu vida con Dios. Memoriza versículos bíblicos. Agradece al Señor por su Palabra y porque Él es tu fuerza.

MIS PERLITAS

TODO EL MATERIAL PARA ESTA HISTORIA LO ENCUENTRAS EN MIS PERLITAS.

El pollito desobediente

pollito desobediente color

Había una vez un pollito que desobedeció a su mamá. Ahora estaba perdido en medio de un inmenso bosque. Corría de aquí para allá sin encontrar el camino a su casa.

«Pío, pío, pío», lloriqueaba el pollito. «Pío, pío, pío», llamaba a mamá gallina.

El pobre pollito no se daba cuenta de que cada vez se iba internando más y más en el bosque.

pollito desobediente x2SOLO Y ASUSTADO

El pollito había sido desobediente. Sin pedir permiso se había separado de mamá gallina, a pesar de que ella le había dicho que no se alejara de su lado. Ahora el pollito se encontraba solo y muy asustado.

«Quisiera estar bajo las suaves alas de mamá –decía, llorando–. Quisiera estar con mamá y mis hermanitos.»

TENÍA MUCHO MIEDO

Los enormes árboles del bosque le daban mucho miedo al pollito. ¡Qué arrepentido estaba de haberse escapado de casa!

Perdido entre los grandes árboles le parecía que escuchaba las palabras de mamá gallina:

«No te alejes demasiado, hijito. Eres tan pequeño que te puedes perder.»

¡Cuántas veces no había escuchado esa advertencia! Qué lástima que el pollito lo recordara sólo cuando ya no había remedio.

A LA PUESTA DEL SOL

Durante varias horas el pollito había vagado de aquí para allá. Ya se ponía el sol en el horizonte. ¿Qué haría en la oscuridad de la noche?

«Pío, pío, pío –seguía llamando el pollito–. Pío, pío, pío. ¿Dónde está mamá?»

La única respuesta que recibía era el gran silencio del bosque.

RUIDOS RAROS

De repente oyó unos ruidos raros a su espalda. Al pobre pollito se le pararon las plumas de terror. ¿Quién sería?

El pollito pensaba que sus gritos habían atraído al gato de la casa. Le tenía mucho miedo porque mamá gallina les había contado que el gato se los podía comer vivos.

Quien fuera que venía se iba acercando más y más. Ya el pollito temblaba de miedo. Las ramas de los árboles se abrieron, y ¡apareció el gato!

No, no era el gato… ¡qué alivio! Era el papá de la casa donde vivía el pollito con su mamá y sus hermanitos.

pollito desobediente x1BAJO LAS ALAS DE MAMÁ

–¿Qué te pasa pequeñito? ¿Te perdiste en el bosque? –dijo el hombre, a la vez que tomó al pollito en sus manos–. No llores. Yo te llevaré adonde está tu mamá.

Dentro de unos minutos el pollito estaba de nuevo en casa. Mamá gallina le perdonó la desobediencia y lo calentó bajo sus suaves alas.

El pollito decidió que ya no sería desobediente.

OBEDECE A TUS MAYORES

Dios ha puesto a tus padres y maestros para que te cuiden y protejan, y para que te enseñen los buenos caminos que debes seguir. Aprende a obedecerles y a cumplir sus órdenes. Así, no te perderás en los bosques del pecado y la maldad.

Salmo 91_4DIOS TE PROTEGE

Como el pollito aprendió que era mejor obedecer a mamá gallina, es importante que comprendas que no hay nada mejor que seguir las enseñanzas de la Palabra de Dios.

Dios es tu amoroso Padre, que quiere protegerte de los peligros de una vida en desobediencia. Recibe a Cristo como tu Señor y Salvador y cumple lo que Dios enseña en su Palabra. Así te irá bien en la vida.

 PARA IMPRIMIR:  El pollito desobediente color

 

El ratoncito que salvó al león

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Había una vez un león que estaba tomando una siesta. Había un ratoncito que no estaba tomando una siesta. El ratoncito corría alegremente entre los árboles de la selva donde vivía.

¡De repente se encontró con el león!

«¡Escápate! ¡Escápate!» susurró el ratoncito para sus adentros. Pero estaba tan nervioso que quedó paralizado.

Luego, en un afán de escaparse, corrió por encima de la nariz del león.

LeonUN LEÓN DE MAL HUMOR

¡Grrr! gruñó el poderoso león, muy molesto porque alguien lo había despertado.

Cuando los leones de despiertan de la siesta están de mal humor. Este león estaba de muy mal humor. ¿Quién se había atrevido a despertarlo? Cuando vio al ratoncito en su nariz lo atrapó con sus enormes garras. El ratoncito tembló de miedo, seguro de que el león se lo iba a comer vivo.

RatonLA PROMESA DEL RATÓN

–¡Por favor, no me mates! –suplicó el ratoncito–. No te molesté a propósito. Suéltame, y algún día te voy a hacer un favor.

–¡Ja, ja, ja! –se rió el león–. ¿Tú? ¿Cómo un indefenso ratón me va a ayudar? ¿No sabes que soy el rey de la selva?

Al león le pareció muy divertido lo que dijo el ratoncito. ¿Cómo podría él ayudarlo? El león volvió a reírse a carcajadas.

–¡Ja, ja, ja!

La risa lo hizo sentirse a gusto, así que decidió soltar al ratón.

LA TRAMPA DEL CAZADOR

Pasaron los días. Una tarde, mientras el león se paseaba por el bosque, pensando en qué comería para la cena, cayó en una trampa. ¡Se enredó en la red de un cazador! Cuanto más trataba de librarse de la trampa, tanto más se enredaba.

–¡Grrr! –rugió el león con fuerza; unos rugidos que se oyeron por todo el bosque.

Él estaba enojado y asustado. Estaba enojado porque se había dejado atrapar. Estaba asustado porque seguramente el cazador lo iba a matar.

Raton 1EL RATÓN Y SU PROMESA

El ratoncito, que andaba saltando entre los árboles, escuchó el rugido del león.

«El león debe estar en problemas –pensó–. Prometí hacerle un favor. ¡Ésta puede ser mi oportunidad!»

El ratoncito siguió el sonido que hacía el león y pronto lo encontró atrapado en la red, tratando de desenredarse.

–Deja de moverte –dijo el ratoncito–. León, ¡quédate quieto!

Leon¡Grrr! ¿Cómo voy a estar quieto si estoy atrapado? ¡Tengo que librarme!

–¡Te salvaré! –dijo el ratón.

–¿Tú? ¿Salvarme a mí? –gruñó el león–. ¡Yo soy el rey de la selva! ¡Grrr!

UN REY ATRAPADO

–Sí, pero eres un rey atrapado ––dijo el ratoncito–. ¡Yo te voy a salvar!

Aunque eso le pareció ridículo, el león se quedó quieto, porque no sabía que otra cosa hacer. ¿Y el ratoncito?

El ratón empezó a morder las cuerdas de la red. Tenía dientes muy afilados, y en pocos minutos hizo un agujero en la red. No era grande; pero sí de tamaño suficiente para que el león se liberara de la red.

Raton 1–Te pareció gracioso cuando te dije que algún día te haría un favor –dijo el ratoncito al león–. Tú te sientes orgulloso por ser el rey de la selva. ¡Pero yo soy el ratón que salvó al rey!

El ratoncito chilló feliz por haber cumplido su promesa de hacerle un favor al león.

El león rugió de alegría porque alguien tan pequeñito como un ratón le había salvado la vida.

SÉ HUMILDE Y NO ORGULLOSO

No te creas grande e invencible. Hasta el ser más pequeño e insignificante podría hacerte un favor. Jesús dijo que el que se hincha de orgullo será humillado; pero el que se humilla será engrandecido.

¡Humíllate! Y aprende a apreciar los favores de los demás.

Lucas 14_11Para imprimir la historia:  255 El ratoncito que salvo al leon color

Póster:  255 Poster Lucas 14_11

 

Crespo, el gato héroe

Crespo03

Crespo es un gato negro que lleva una vida muy feliz; pero no siempre fue así. ¿Crees que se llama Crespo porque es crespo? Sigue leyendo y verás.

Desde un principio Crespo fue rechazado. Sus hermanos no lo querían porque era negro y porque era feo.

La gente del pueblo donde vive Crespo es supersticiosa. Casi todos creen que los gatos negros traen mala suerte. Cuando ven a un gato negro en el camino escupen tres veces para que no les pase nada malo. Muchas veces han escupido al ver a Crespo.

UN GATO SOLITARIO

Los hermanos de Crespo fueron adoptados en buenas familias, pero nadie adoptó a Crespo. Él llegó a ser un gato solitario, despreciado por su color y por ser feo; un gato que vagaba sin rumbo por las calles.

Crespo veía a los niños que jugaban con otros gatos; pero nunca con él. ¿Por qué me desprecian? se preguntaba.

Como Crespo nunca se había mirado en el espejo, no sabía que era feo. Pero nadie es feo. La Biblia dice que Dios todo lo ha hecho hermoso. Para Dios toda su creación es hermosa. A los ojos de Dios nadie es feo.

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UN NIÑO BUENO

Un día cuando Crespo andaba por la calle, solo y triste, su vida cambió. Crespo se encontró con Omar, un niño bueno.

Omar siempre había soñado con tener un gato negro. Le encantan los ojos de los gatos negros porque parecen caramelitos. Sus amigos le dicen que los gatos negros traen mala suerte; pero su papá le ha dicho que no crea en eso, porque es superstición creer en la mala suerte.

¿Qué es superstición? Es cuando uno piensa que la suerte rige lo que nos pasa. Se le da a las cosas un carácter mágico. Pero los que creemos en Dios sabemos que Él controla las cosas. Un gato negro no trae mala suerte; como tampoco un gato blanco puede traer buena suerte.

Cuando Omar vio a Crespo, corrió para acariciarlo.

–¡Ven, gatito lindo! –le dijo–. ¡Qué bellos ojos tienes! Nunca he visto a un gato con ojos tan verdes. ¡Y eres negro! Siempre quise tener un gato negro.

bildUN HOGAR Y UN NOMBRE

Como nadie se había interesado por Crespo y como vivía solo, decidió ser el gato de Omar. Desde ese día Crespo ya no andaba cabizbajo, con la vista en el suelo en lugar de mirar al sol. Se estiró, levantó la cabeza, y contempló las maravillas del cielo. Hasta daba aires de ser importante.

Crespo ahora es un gato consentido. Come las mejores comidas, se pasea por el vecindario con la cola en alto, ¡y nadie lo hace intimidar! Si alguien escupe tres veces cuando lo ve pasar, Crespo lo mira con una sonrisa. ¡Ya no le importa! Omar le ha enseñado que tiene valor y que es un gato refinado. ¡Crespo no cree en la superstición!

Si Crespo se mirara en el espejo vería que no es feo. Ha crecido y se ha vuelto elegante. Y tiene el nombre de un jugador de fútbol. Crespo es el futbolista favorito de Omar, por eso al gato negro de ojos verdes y brillantes le puso el nombre de Crespo.

En una de sus andanzas Crespo se encontró con sus hermanos, que lo habían despreciado. Ellos se sorprendieron al verlo tan elegante y feliz. «Miau, miau –maulló Crespo–. Tengo un dueño que me aprecia. Me quiere mucho.»

CRESPO SALVA A SU AMO

Un día Crespo y Omar fueron al bosque a pasear. Iban saltando alegres por el sendero cuando Omar se tropezó con un tronco y cayó al suelo. Se golpeó la cabeza contra una piedra grande. Omar perdió el conocimiento.

Crespo se asustó al ver lo que le pasó a su dueño. Inmediatamente corrió de regreso a casa y empezó a maullar fuerte. Se restregaba contra las piernas de la mamá de Omar. Ella comprendió que Crespo quería mostrarle algo. Preocupada por su hijo Omar siguió a Crespo. Él la llevó al bosque, donde Omar estaba tirado en el suelo sin poder levantarse.

Si no fuera por Crespo, quién sabe cuándo hubieran encontrado a Omar. Esa noche Crespo recibió doble porción de comida y muchas caricias. Crespo comprendió que había hecho algo bueno. Su querido dueño le dio muchos abrazos. ¡El gato feo y despreciado se había convertido en héroe!

Para imprimir: 238 Crespo el gato heroe color

Tilín, el gato callejero

Tilín era un gato que vagaba sin rumbo. Vivía abandonado por sus padres; comía lo que encontraba en su camino, especialmente los ratones que se escurrían por la calle. Tilín se había vuelto experto en atrapar ratones. Muchas veces Tilín se metía en peleas con otros gatos; pero aparte de eso llevaba una vida solitaria.

Un día, todo cambió. Cristina, la amiga que hace los dibujos para La Perlita, y su familia tenían un gran problema. Los ratoncitos de la ciudad habían hecho invasión en su casa.

UN GATO QUE COMA RATONES

–¡Necesitamos un gato! –declaró el papá.

–No me gustan los gatos –dijo Cristina.

–¿Prefieres que los ratoncitos bailen por toda la casa? –preguntó la mamá.

Eso sí que no. Así que Cristina y sus hermanos decidieron conseguir un gato. No tuvieron que buscar mucho. Al día siguiente, ¿quién crees que pasó, con aire orgulloso, por la casa de ellos? Era Tilín, que había ganado una pelea. ¡Por eso estaba orgulloso!

Aún no se llamaba Tilín ni sabía que estaba por terminar su vida de gato callejero y solitario.

TILÍN

UNA FAMILIA Y UN NOMBRE

Cuando Cristina lo vio, inmediatamente corrió tras él. Ese gato color naranja, con manchas café y pecho blanco, le pareció perfecto para que se encargara del problema de los ratones.

–Ven, gato naranja, tengo un trabajo para ti –dijo Cristina y lo tomó del cuello. Aunque Tilín hizo resistencia, ella pudo más.

Desde ese día, el gato callejero se convirtió en gato casero, y adoptó el nombre de Tilín. Cristina le puso el nombre pero el gato tuvo que aceptarlo. Para mostrar a todo el mundo que ahora Tilín tenía familia, Cristina le hizo un collar azul con una medalla en forma de «T».

Tilín se sintió muy orgulloso de su collar y hubiera querido salir a la calle para que lo vieran los gatos callejeros que solían pelear con él. Pero Cristina no lo dejó irse.

TILIN1La nueva casa de Tilín

¡A CAZAR RATONES!

–Tilín, ahora eres gato doméstico –le dijo Cristina, cuando él trató de escaparse por una rendija en la puerta–. Eres mi gato y vas a cazar ratones.

¡Cazar ratones! Eso cayó bien a oídos de Tilín. Ya se le hacía agua la boca. ¡Le encantaba comer ratones! Así que de inmediato se puso a trabajar.

Una noche, después de haber cazado y comido tantos ratoncitos que parecía que iba a explotar, encontró a Cristina arrodillada junto a la cama. Antes la había visto así y la había dejado en paz; pero esta vez, no.

TILÍN APRENDE A ORAR

Tilín no sabía que Cristina estaba orando a Dios. Él estaba inquieto; se le retorcía el estómago por tantos ratoncitos que había comido y quería que Cristina le prestara atención. Empezó a maullar fuerte para que ella lo mirara. Como Cristina no le hacía caso, se puso a jugar con sus cabellos y le rascó los brazos.

–Tilín –dijo Cristina en tono fuerte y lo tomó de las patitas–, estoy orando. Quiero que te calmes.

Entonces Cristina oró a Dios: «Señor, tú también eres el Creador de Tilín. Te pido que lo calmes. Él también sabe alabarte.»

¡Milagro! En segundos nada más, Tilín se calmó. Se acurrucó junto a Cristina

y se quedó tranquilo hasta que ella terminara de orar. Como recompensa, ella le dio un fuerte abrazo. Ese fue el día en que Tilín aprendió a orar.

UN NUEVO COLLAR CADA DÍA

Así fue que Tilín, el gato callejero, llegó a ser un muy amado gato doméstico. Nunca más le faltó comida, porque después que se comió a los ratoncitos, Cristina lo alimentó con ricos manjares, cosas que él nunca antes había probado. Ya no tuvo que sentirse solo porque ahora tenía una familia. ¡Y vestía elegante! Cada día Cristina le cambiaba de collar. Lunes, azul; martes, rojo; miércoles, amarillo… Sí, es verdad, un nuevo collar cada día.

¡El gato callejero se sentía como rey!

Fotos de Tilín

JESÚS NOS DA SU AMOR

Tilín se parece a ti y a mí cuando andamos sin Dios. Vivimos solos y tristes. Entonces Jesús nos da su amor y nos invita a ser parte de la gran familia de Dios.

2 Corintios 5:17, NTV

Todo el que pertenece a Cristo
se ha convertido en una persona nueva.
La vida antigua ha pasado,
¡una nueva vida ha comenzado!

 

Enseñanzas:

  • Con Cristo todo CAMBIA.
  • Llegamos a ser HIJOS DE DIOS.
  • Dios nos da una NUEVA familia.
  • Somos HERMANOS en Cristo.
  • Jesús nos da un nuevo NOMBRE.
  • Dios nos da ropa de JUSTICIA.
  • Lee en Juan 13:34 un NUEVO mandamiento.

Para imprimir la historia, búscala en Mis Perlitas, número 189.

La tortuga que se perdió

Tico vivía feliz en su mundo de tortuga mascota, esto es hasta el día que Ladrón llegó corriendo por el patio tropezó con Tico que estaba de paseo, y lo mandó a dar vueltas por el aire. Tico cayó de cabeza es las baldosas y se le salió un pedazo del cascarrón.

Sus amos eran Ramón y Rosa. Cuando ellos regresaron de la escuela, Rosita inmediatamente descubrió lo que había pasado.

–Tico, Tico, ¿quién te ha hecho esa maldad? –preguntó Rosa, muy angustiada al ver a su querida tortuga.

En eso vio a Ladrón que estaba jugueteando con algo que parecía ser parte del cascarrón de Tico.

–¡Perro malo! –gritó la niña–. ¿Qué le has hecho a mi tortuga?

Ladrón le dio una mirada indiferente y siguió con su juego.

tortuga color

EL PERRO LADRÓN

¡Perdón! Seguramente te preguntas por qué el perro se llamaba Ladrón. Ese es un cuento muy largo, pero no es porque el perro ladraba mucho. Es porque el papá de los niños dice que si entra un ladrón a la casa, basta que él grite la palabra y Ladrón va a correr a sentar sus dientes en los tobillos del intruso. No hay perro en el mundo que tenga dientes tan filudos como los de Ladrón.

Perro Ladron color

UN ESTANQUE PARA TICO

Tico tenía un estanque hecho especialmente para él. Ramón, a quien le gusta buscar información en la Internet, había estudiado todo acerca de las tortugas y sabía que el estanque tenía que ser por lo menos 5 veces más largo que la tortuga, 4 veces más ancho, y 2 veces más profundo, midiendo desde la cabeza hasta la cola. Ramón había ayudado a su papá a hacer el estanque.

¿DÓNDE ESTARÁ TICO?

Comida había de sobra en el jardín, entre plantas, insectos, y gusanos. Tico era buen buceador y constantemente se zambullía en el estanque. Otras veces se escondía en un rincón del jardín que era su preferido. Por eso Ramón y Rosa no se preocuparon mucho cuando volvieron de la escuela al siguiente día y no vieron a Tico. Pero cuando pasaron dos días y Tico no asomaba la cabeza, Rosa empezó a angustiarse. Ramón también estaba preocupado; pero como era el hermano mayor, y varón, quería mostrarse valiente, así que puso cara de despreocupado.

¿Y Tico? Él había decidido ir en busca de aventuras, y pensaba que tal vez podría encontrarse una novia. Si se quedaba en el jardín viviría solo el resto de sus días.

ROSA EXTRAÑABA A SU TICO

–Mamá, ¿qué podemos hacer con lo de Tico? –preguntó Rosa–. Yo echo de menos a mi tortuga.

–¿Será que Tico ha querido escapar de Ladrón? –sugirió la mamá–. Fue un golpe duro para la tortuguita caer de cabeza.

Luego tuvo una idea. Le dijo a su hija la mejor cosa que podemos hacer en cualquier circunstancia.

–Hijita, me parece que debemos orar por Tico. ¿Recuerdas la historia de la oveja que se perdió? El pastor angustiado la buscó hasta encontrarla.

–Pero yo no sé dónde buscar –dijo Rosa–. Tico es tan pequeño que tal vez lo haya atropellado un auto. O se lo ha comido un perro grande.

–Dios sabe todas las cosas, hijita. Pidamos que cuide a Tico y que lo haga volver. ¡Y que vuelva sano!

Madre e hija se arrodillaron y oraron, pidiendo un milagro.

Dos días más tarde, ocurrió algo de lo más curioso. Cuando los niños volvían de la escuela vieron una fila de autos detenidos, y algunos choferes tocaban impacientes la bocina. Unos gritaban: ¡Vamos! ¡Muévanse! Otros: ¿Qué pasa? ¿Por qué no avanzamos?

UNA TORTUGA EN EL CAMINO

Y allí, en medio de la calle, delante de todos los autos detenidos en fila, una tortuguita cruzaba lentamente la calle.

Rosa corrió hacia la tortuga. ¿Sería Tico? Ahora su tortuguita tenía una marca; le faltaba un pedazo del cascarrón. Y a la tortuguita que cruzaba la calle, ¡le faltaba justamente ese pedazo!

–¡Tico, mi amor! ¿Dónde has estado? –preguntó Rosa al momento que recogía a su amada mascota.

Corrió inmediatamente hacia la vereda para que pudieran pasar los autos, con todos los choferes impacientes.

PERDIDA Y ENCONTRADA

–¡Encontré a mi tortuguita! ¡Encontré a mi Tico! –gritaba Rosa por todo el vecindario, lo mismo que el pastor hizo cuando encontró la oveja que se le había perdido.

Esa noche, cuando la familia se sentó a la mesa para cenar, como de costumbre el papá leyó una porción de la Biblia. Decidió leer Lucas 15, donde habla del pastor y la oveja perdida, pero encontrada. Tal como Tico. Todos dieron gracias a Dios por cuidar a la tortuguita aventurera y traerla de regreso a su casa.

¿Encontró novia el pequeño Tico? Ese es su secreto, cosa que nunca sabremos.

¡Hay más alegría en el cielo por un pecador perdido
que se arrepiente y regresa
a Dios que por
noventa y nueve justos que no se extraviaron!
Lucas 15:7, NTV

Para imprimir: La tortuga que se perdié

Hoja para colorear; Tico y Ladrón

Títeres: Tico y Ladrón

Gurruchaneo, el gato aristócrata

Así como lo ves, elegante y feliz, Garruchaneo, el gato aristócrata, no siempre fue  noble sino tuvo un principio muy triste.

Teresa iba saltando calle abajo cuando lo vio. Era una bolita amarilla que maullaba con dolor, apenas audible: «miau, miau, miau».

QUEMADO CON ACEITE

¿Qué le había pasado al pobre gato? Alguien le había echado encima aceite caliente. Estaba quemado y adolorido. No tenía nada de aristócrata. ¿Qué quiere decir eso? Un aristócrata es alguien de una clase noble, una persona que sobresale entre las demás.

Teresa fue corriendo a su casa en busca de su padre. Necesitaba su ayuda para rescatar al gato.

–Papito lindo, hay un gato herido en la calle.

–¡Qué gato ni gato! –dijo el papá–. Estoy ocupado; tengo cosas que hacer.

Teresa no se dejó disuadir. Ella insistió:

–Papito, tienes que ayudar al gato; está llorando.

TERESA SALVÓ AL GATO

Y fue así que el papá de Teresa acompañó a su hija para ver al gato. Con sumo cuidado lo tomó en sus brazos y lo llevó a casa. Allí Teresa cuidó de la «bolita» amarilla, que poco a poco fue mejorando.

–Garruchaneo –dijo Teresa–. Te llamarás Garruchaneo. Eres un gato noble, muy especial.

Poco a poco el gato quemado fue recuperando las fuerzas. Se sanaron sus heridas y pudo empezar a jugar y correr como hacen los gatos. Llegó a ser el mejor amigo se Teresa. Se hicieron inseparables.

Gatito color

CÓMO ERA GARRUCHANEO

Garruchaneo tenía una cola larga y muy útil. El papá le dijo a Teresa que la cola es parte de la columna vertebral de un gato. El cuerpo es muy flexible y la cola le ayuda a mantener el equilibrio. Si Garruchaneo se caía, su cola se movía como un abanico y retorcía su cuerpo hasta quedar otra vez sobre sus cuatro patitas. Teresa se reía de buena gana al verlo.

Garruchaneo tenía diferentes maneras de comunicarse con Teresa. Cuando estaba contento, como casi siempre, ronroneaba. Cuando se enojaba o tenía miedo, siseaba y gruñía, movía la cola de un lado a otro, arqueaba la espalda, y su pelo se hinchaba. Cuando quería mostrar su amistad, levantaba la cola como un asta de bandera.

TERESA LO TRANSFORMÓ

¿Cómo Garruchaneo mostraba que Teresa era su amiga? Le daba golpecitos con la cabeza y frotaba su cuerpo contra el de ella. Entonces Teresa lo ​​rascaba detrás de las orejas.

Cuando Garrucha-neo sanó de sus heridas, Teresa le hizo las mejores ropas y lo vistió como a un rey, pero en lugar de una corona le dio un gran sombrero de paja. Así es como Garruchaneo llegó a ser un gato aristócrata.

ROPAS DE SALVACIÓN

¿Sabías que tú también eres aristócrata? Si amas al Señor Jesús y lo has recibido como tu Salvador, la Biblia dice que eres hijo del Rey. Dios te ha vestido con ropas de salvación. ¿Has visto a un novio en su traje de bodas o a una novia con sus joyas? Así somos cuando Dios nos salva y perdona.

Cuando estamos infectados por el pecado somos impuros y ante Dios nuestras obras son como trapos sucios. Pero Jesús nos viste con ropas de salvación.

Como Teresa vistió a Garruchaneo y lo hizo un gato aristócrata, Dios te da su salvación y te acepta como su hijo o su hija. ¡Eres un príncipe o una princesa!

¡Me llené de alegría en el SEÑOR mi Dios!

Pues él me vistió con ropas de salvación.

Isaías 61:10, NTV

 Para imprimir la historia: Garruchaneo, el gato aristócrata

Hoja para colorear: Garruchaneo

Hoja de actividad: Ropas de salvacion

El títetre Garruchaneo color

El títetre Garruchaneo para colorear

Garrucha Garruco x