El siervo que no perdonó

Los niños del Club pasaron toda la semana hablando de José, el hermano perdonador. Les había impactado la historia del muchacho que fue vendido como esclavo y que llegó a ser gobernador de Egipto.

–Yo no los hubiera perdonado –dijo Pimienta–. Fueron muy malos con José.

–¿Tú conoces el Padrenuestro? –le preguntó Pepita.

–Sí. ¿Por qué me lo preguntas?

–Entonces, ¿leíste la parte que dice «como nosotros perdonamos a nuestros deudores»?

–Yo lo sé completo. Pero no podría perdonar si alguien me vende como esclavo. Hace tiempo muchas personas de color eran esclavos. No me gusta eso.

–A mí tampoco me gusta –dijo Pepita–. Dime, ¿qué tiene que ver eso con el Padrenuestro?

–No lo sé; pero no podría ser como José. No tengo un corazón perdonador.

Doña Beatriz, que había escuchado en silencio la conversación de los niños, dijo:

–Dios considera muy importante que perdonemos. Les voy a contar lo que le pasó a un hombre que no quiso perdonar.

El rey y un siervo deudor

Un rey quiso poner al día las cuentas con sus siervos. Uno de ellos le debía millones de monedas. Como el siervo no tenía dinero para pagar su deuda, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, con su esposa y sus hijos. Esa era la costumbre cuando alguien no podía pagar una deuda.

Inmediatamente el siervo cayó de rodillas ante el rey y suplicó que le perdonara.

–Tenga paciencia conmigo –le rogó–, y se lo pagaré todo.

El rey tuvo compasión del siervo y le perdonó la deuda.

El compañero del siervo

Apenas salió de la presencia del rey, el siervo se encontró con un compañero que le debía unos miles de monedas.

Eso no era nada en comparación con la deuda que el rey le había perdonado.

El siervo no pensó en eso, sino que agarró al hombre por el cuello y le exigió que le pagara lo que le debía.

–Ten paciencia –le suplicó su compañero–, y te lo pagaré.

Pero el siervo que había sido perdonado no quiso perdonar. Hizo arrestar a su compañero y lo puso en la cárcel hasta que pagara toda la deuda.

El rey castiga al siervo

Cuando los compañeros del siervo perdonado vieron que éste no quiso perdonar, les pareció muy injusto.

Fueron al palacio y se lo informaron al rey. Entonces el rey mandó llamar nuevamente a este siervo.

–¡Siervo malvado! –le dijo–. Te perdoné una gran deuda porque me rogaste. ¿No deberías haber tenido compasión de tu compañero, así como yo fui amable contigo?

Muy enojado, el rey entregó al siervo a los carceleros, para que lo pongan en la cárcel hasta que cancele toda la deuda.

Perdona de todo corazón

Pedro, uno de los discípulos de Jesús, le había preguntado cuántas veces debía perdonar a alguien que lo ofendiera. ¿Siete veces?

«No siete veces –dijo Jesús–. Más bien, ¡70 veces 7!»

Si alguien te ofende, ¿contarías cuántas veces le perdonas? Tal vez podrías llevar la cuenta cuatro o cinco veces, pero después sería difícil. Jesús quiso decir que debemos perdonar cada vez que alguien nos ofende.

–Pimienta, ¿qué crees que pensó Pedro al escuchar esta historia? –preguntó doña Beatriz–. Es cosa seria no perdonar. Fíjate lo que dijo Jesús al finalizar la historia: «Así también mi Padre celestial hará con ustedes, si no perdonan de todo corazón a sus hermanos.»

No guardes rencor

Si alguien te ofende, no guardes rencor en tu corazón. Perdona y pon en manos de Dios la ofensa.

No es fácil perdonar, especialmente si te tratan injustamente. Puede ser un amigo o un vecino que te ofende. A veces, hasta alguien de tu propia familia te puede tratar mal. ¡Siempre perdona a la persona que te ofende!

El rencor es un veneno mortal. Te roba la paz en tu corazón. Dios quiere que en vez de odio llenes tu vida de amor.

Jesús vino a este mundo para darnos perdón. No todos lo aceptaron; muchos lo odiaron. Fue maltratado, lo acusaron falsamente, lo insultaron, se burlaron de Él… Pero al morir en la cruz, pidió a Dios que perdone a los que lo maltrataron.

Con la ayuda de Dios, sigue el ejemplo de Jesús. Perdona a los que te tratan mal. ¡Perdona de todo corazón las ofensas!

MIS PERLITAS

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José, un hermano perdonador

Imagina que eres un muchacho bueno y respetuoso, el favorito de tu padre. Tus hermanos te odian y te tienen envidia. ¿Por qué? Porque tu padre te trata de forma especial. Un día te venden como esclavo.

¿Cómo te sentirías? ¿Perdonarías a tus hermanos?

Hay un muchacho a quien le pasó estas cosas. Su nombre es José, hijo de Jacob. Tenía diez hermanos mayores y un hermano menor. Su hermana era Dina.

José era el favorito de su padre. Jacob le regaló una hermosa túnica de colores que mandó hacer para el. Sus hermanos le tenían envidia y lo odiaban.

Los sueños de José

José tuvo sueños que parecían ambiciosos. Una noche soñó que estaba con sus hermanos en el campo haciendo manojos de trigo. De pronto el manojo de José se levantó y quedó derecho, mientras que los manojos de sus hermanos lo rodeaban y le hacían reverencias.

–¿Qué piensas? –le dijeron–. ¿Crees que vas a gobernar sobre nosotros? ¿Nos vamos a inclinar ante ti?

En otro sueño, José vio que el sol, la luna y once estrellas le hacían reverencias. Cuando les contó el sueño a su padre y a sus hermanos, su padre lo reprendió, y dijo:

–¿Qué sueño es ese? ¿Acaso crees que tu madre, tus hermanos y yo vendremos a hacerte reverencias?

Después de esto más odio y envidia le tuvieron sus hermanos; tanto era su desprecio que ni siquiera lo saludaban.

Vendido como esclavo

José tenía diecisiete años. Sus hermanos mayores eran pastores de ovejas. Cuando estaban lejos de casa con el ganado, Jacob mandó a José para que fuera a ver cómo estaban. Ellos aprovecharon para venderlo como esclavo a unos comerciantes que iban para Egipto, un país lejano.

En Egipto hablaban otro idioma, tenían otras costumbres, la comida era diferente, y habían muchos dioses falsos. José llegó a ser esclavo de un oficial llamado Potifar.

José aprendió el idioma y las costumbres de Egipto. Se acostumbró a la nueva comida; pero no empezó a servir a los dioses de Egipto. Siguió fiel al Dios de su padre Jacob, de su abuelo Isaac y de su bisabuelo Abraham. Él es el Dios único y verdadero.

Dios no abandonó a José; siempre estaba con él. Lo bendijo tanto que su amo lo puso a cargo de toda su casa.

Todo iba muy bien. Potifar, el amo de José, no tenía que preocuparse de nada, porque José atendía todos sus asuntos.

Pero había un problema; la esposa de su amo lo acosaba. A ella le molestó que José no le hacía caso, y lo acusó con su esposo, diciendo mentiras. Potifar lo puso en la cárcel.

¿Cómo crees que se sintió José al ser encarcelado injustamente? ¿Se habrá sentido solo y abandonado?

Lo trataron mal; pero Dios estaba con él. Cuando el jefe de la cárcel vio el buen comportamiento de José, lo puso como encargado principal de los prisioneros.

José interpreta sueños

El copero y el panadero del rey también habían sido encarcelados. Una noche tuvieron sueños extraños. ¿Cuál sería su significado? Dios dio sabiduría a José para que los interpretara. Los sueños se cumplieron exactamente como José les dijo.

Pasó el tiempo, y el propio faraón tuvo unos sueños extraños que no podía entender. Sus sabios y adivinos intentaron interpretarlos; pero no pudieron. Entonces el copero se acordó de José, y le contó al rey acerca del prisionero que interpretaba sueños.

Inmediatamente, el faraón mandó llamar a José. Dios le dio sabiduría e interpretó el sueño del rey. Vendrían siete años de abundantes cosechas y luego siete años de hambre.

José aconsejó al rey sobre qué hacer para que Egipto no sufra en los años de hambre que llegarían. Esto agradó tanto al rey, que lo nombró gobernador. Puso en su mano el anillo oficial.

Perdón para los hermanos

¿Recuerdas los manojos de trigo en el sueño de José? ¿Esos manojos que se inclinaban ante el manojo de José? Ahora todo Egipto le hacía reverencias. El rey ordenó que la gente gritara: «¡Inclínense!» cuando José pasaba en su carro.

José administró las cosechas en los años de abundancia. Cuando vinieron los tiempos de hambre en todo el mundo, en Egipto había alimentos. Jacob mandó a sus hijos a que fueran a comprar comida, sin saber que su propio hijo era el gobernador.

¿Qué pasó cuando llegaron los hermanos de José? Él los reconoció de inmediato; pero ellos no lo reconocieron. José los trató un poco duro y les hizo algunas pruebas para ver si habían cambiado. ¿Estaban arrepentidos?

Ahora los hermanos que lo vendieron por envidia le hicieron reverencias. Al fin, José no pudo más. En medio de llantos les confesó: «¡Soy José!» ¡Qué sorpresa para ellos! José los abrazó y los perdonó.

¿Crees que fue fácil? No es fácil perdonar cuando alguien nos hace daño. Los hermanos de José habían sido malos con él. Pero Dios ayudó a José a perdonarlos.

Dios quiere ayudarte a ti también a ser un perdonador.

MIS PERLITAS

En MIS PERLITAS hay muchas ayudas para esta historia.

La palabra más difícil

Era una tarde hermosa. Por una de las muchas calles de la ciudad medio saltaban y medio caminaban alegremente unas niñas. Iban de regreso a casa de la escuela, y no les habían dejado tareas. ¡Con razón estaban alegres!

De camino a casa pasaron por un hermoso parque. Los frondosos árboles prestaban una sombra acogedora. Como no tenían apuro, decidieron sentarse un rato en uno de los bancos del parque.

cinco niñas 1

ADIVINANZAS

–¿Qué les parece si decimos adivinanzas? –preguntó una de las niñas.

Todas estaban de acuerdo y comenzó el juego.

–¿Qué pasa con un pañuelo blanco si cae en el Mar Rojo? –preguntó Ana.

–Se moja –respondió María, riendo.

–Perez que anda y Gil que camina –dijo Susana.

–¡Perejil! –gritaron todas.

–Yo sé la palabra más larga en español –dijo Ana–. ¿Quieren saber cuál es?

–¡Sí! –gritaron todas a una voz.

–Electro-encefalo-grafista. Es una palabra que tiene que ver con la medicina. Me la enseñó mi papá.

–Electro… ence… ¿qué más? Me parece muy difícil de decir –dijo Amelia–. Pero, ¿cuál es la palabra más difícil?

Todas quedaron pensativas. Le preguntaron si era en chino o japonés, y si era una palabra corta o larga.

UNA PALABRA DE SEIS LETRAS

–Es de sólo seis letras. No es difícil de pronunciar sino difícil de decir. Tiene que ver con cada una de nosotras.

–Oigan lo que yo puedo decir –dijo Susana–. El rey de Constantinopla nos quiere constatinopolizar, y si nos constantinopolizare, un buen constantinopolinizador será.

–Está bueno eso –dijo Amelia–. Pero tal vez no puedes decir la palabra que yo pido. Nunca te he oído decirla.

Las niñas dieron muchas sugerencias; pero no adivinaron la palabra que pedía Amelia.

LA PALABRA PERDÓN

Julia, la más callada de las amigas, dijo:

–Creo que sé cuál es la palabra. ¿Será perdón?

–¡Acertaste! –casi gritó Amelia, emocionada–. Esa es la palabra más difícil.

–¿Te parece difícil decir perdón? –preguntó María.

–Ya verás cuando tengas que pedir perdón –dijo Amelia.

–A mí no me gusta decir esa palabra –dijo Susana.

A Susana no le gustaba dar la razón a otra persona. Cuando perdía en algún juego, se iba a casa enojada, y si ofendía a alguien, nunca pedía perdón.

Todas las niñas estaban de acuerdo en que la palabra más difícil de decir es perdón.

Para ti, ¿cuál es la palabra más difícil?

JESÚS ENSEÑÓ QUE PERDONEMOS

Pedro, uno de los discípulos, le preguntó a Jesús:

–Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a alguien que me ofende? ¿Hasta siete veces?

¿Qué crees que Jesús le respondió?

–No sólo siete veces, sino hasta setenta veces siete.

70 X 7 = 490

Cuando alguien te dice esa palabra difícil –perdón–, a ti te toca decir: «te perdono». No lleves la cuenta de cuántas veces perdonas, sino perdona todas las veces que sea necesario. Ese es el significado de lo que dijo Jesús.

Jesús enseñó que si perdonamos a quienes nos ofenden, Dios nos perdonará. Pero si no perdonamos, Dios no nos perdonará. Esto es cosa seria.

Jesús nos enseñó el Padrenuestro, y dijo que oremos así:

«Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.»

Es importante decir esa palabra difícil: ¡perdón!

Mateo 6_1415

Para imprimir:

La Perlita 331 La palabra mas dificil

Historia en color:  331 La palabra mas dificil color

Hoja para colorear: 331 Perdona

Póster:  331 Poster Perdonar

Actividad 1: 331 Perdona las ofensas 1

Actividad 2:  331 Perdona las ofensas 2

El siervo que no perdonó

¿Has pensado alguna vez en cuántas veces debes perdonar? Si alguien te ofende, ¿bastará que le perdones una vez?

Pedro, uno de los discípulos de Jesús, pensaba en esto. Un día le preguntó a Jesús cuántas veces debía perdonar a alguien que le había ofendido.

–¿Siete veces?

–No siete veces –dijo Jesús–. Más bien, ¡70 veces 7!

Si alguien te ofende, ¿contarías cuántas veces le perdonas? Tal vez podrías llevar la cuenta cuatro o cinco veces, pero después sería difícil. Jesús quiso decir que debemos perdonar cada vez que alguien nos ofende.

EL REY Y EL SIERVO DEUDOR

Jesús le puso un ejemplo a Pedro contándole una parábola. Las parábolas son historias con enseñanzas.

Un rey quiso poner al día las cuentas con sus siervos. Uno de sus siervos le debía millones de monedas de plata. Como el siervo no tenía dinero para pagar su deuda, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, con su esposa y sus hijos. Esa era la costumbre cuando alguien no podía pagar una deuda.

Inmediatamente el siervo cayó de rodillas ante el rey y suplicó que le perdonara.

Deudor 01

–Tenga paciencia conmigo –le rogó–, y se lo pagaré todo.

El rey tuvo compasión del siervo y le perdonó la deuda.

EL COMPAÑERO DEL SIERVO

Apenas salió de la presencia del rey, el siervo se encontró con un compañero que le debía unos miles de monedas de plata. Eso no era nada en comparación con la deuda que el rey le había perdonado. Pero el siervo no pensó en eso, sino que agarró al hombre por el cuello y le exigió que le pagara lo que le debía.

Deudor 02

–Ten paciencia conmigo –le suplicó su compañero–, y te lo pagaré.

Pero el siervo que había sido perdonado no quiso perdonar. Hizo arrestar su a compañero y lo puso en la cárcel hasta que pagara toda la deuda.

EL REY CASTIGA AL SIERVO

Cuando los compañeros del siervo vieron que éste no quiso perdonar, les pareció muy injusto. Inmediatamente se lo informaron al rey.

Entonces el rey mandó llamar nuevamente a este siervo.

Deudor 03

–¡Siervo malvado! –le dijo–. Te perdoné una tremenda deuda porque me rogaste. ¿No deberías haber tenido compasión de tu compañero, así como yo fui amable contigo?

Muy enojado, el rey entregó al siervo a los carceleros, para que lo pongan en la cárcel hasta que cancele todo lo que debía.

Deudor 04

PERDONA DE CORAZÓN

¿Qué crees que pensó Pedro al escuchar esta historia? ¿Te parece cosa seria no perdonar? Fíjate lo que dijo Jesús al finalizar esta historia:

«Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes,
si no perdonan de corazón a su hermano.»

NO GUARDES RENCOR

Si alguien te ofende, no guardes rencor en tu corazón. Perdona y pon en manos de Dios la ofensa.

No es fácil perdonar, especialmente si te te tratan injustamente. Puede ser un amigo o un vecino que te ofende. A veces, hasta alguien de tu propia familia te puede tratar mal. ¡Perdona a la persona!

El rencor es un veneno mortal. Te roba la paz en tu corazón. Dios quiere que en vez de odio llenes tu vida de amor.

SIGUE EL EJEMPLO DE JESÚS

Jesús vino a este mundo para darnos perdón. No todos lo aceptaron; muchos lo odiaron. Fue maltratado, lo acusaron falsamente, lo insultaron, se burlaron de Él… Pero al morir en la cruz, pidió a Dios que perdone a los que lo maltrataron.

Con la ayuda de Dios, sigue el ejemplo de Jesús. Perdona a los que te tratan mal. ¡Perdona cualquier ofensa!

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Ayudas visuales para la historia bíblica de Mateo 18:23-35

El siervo que no perdono AV BN    El siervo que no perdono AV CO

El siervo que no perdono AV GR

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La Perlita 328 El siervo que no perdono   Color: 328 El siervo que no perdono

Hoja para colorear:  328 El perdon

Póster:  328 Col 3_13 Poster

Actividad:  328 El perdon