Doce milagros de provisión

Fue un golpe duro cuando una iglesia después de 55 años retiró su apoyo. Yo había dado por sentado que estarían conmigo hasta el final. Nunca podemos estar seguros cuando se trata de ayuda “humana”; pero hay uno que nunca falla.

Mejor es confiar en Jehová
              que confiar en el hombre.
Mejor es confiar en Jehová
              que confiar en príncipes. Salmo 118:8,9

Durante los 55 años de servicio en la obra de Dios, el Señor nunca me ha fallado. Su provisión ha sido fiel. Hoy celebro 74 años de vida y testifico que no hay nadie como mi buen Dios y Salvador. ¡A Él sea la gloria por siempre jamás!

Hoy nos toca la historia de un extraordinario milagro de provisión. Veamos ahora 12 milagros de provisión de nuestro Padre celestial.

1. Agua amarga hecha dulce
Éxodo 15:22-25

2. Pan del cielo por 40 años
Éxodo 16:4-10; Deuteronomio 9:1-18; Josué 5:10-12; Salmo 78:23-25

3. Codornices para alimentar a millones de israelitas
Éxodo 16:11-13; Números 11:31-33; Salmo 78:26-29

4. Agua de la roca
Éxodo 17:1-7; Números 20:1-13

5. Cuervos traen pan y carne a Elías
1 Reyes 17:1-6

6. Multiplicación de aceite y harina en Sarepta
1 Reyes 17:7-16

7. Curación del agua
2 Reyes 2:19-22

8. Aceite multiplicado para una viuda
2 Reyes 4:1-7

9. Comida en abundancia en la sitiada Samaria
2 Reyes 7:1-20

10. Agua convertida en vino por Jesús
Juan 2:1-11

11. Alimentación de 4.000 hombres (además de las mujeres y los niños)
Marcos 8:1-10; Mateo 15:29-39

12. Alimentación de 5.000 hombres (además de las mujeres y los niños)
Marcos 6:30-44; Juan 6:1-14

Dios es nuestro proveedor. Pase lo que pase a nuestro alrededor, podemos estar seguros de que nunca nos dejará ni nos abandonará. Lee su promesa en Hebreos 13:5,6.

No olvides preparar una celebración para fines de este mes, en que cumpliremos 500 Perlitas.

¡Que tengas un día bendito en el Señor!

 

 

La Perlita 497

Historia:  497 El niño que compartió su merienda

Historia en color:  497 El niño que compartió su merienda color

Lección bíblica:  07 Merienda para Jesús     07 Versículo CO

07 Pan y pescados      caras felices     

Para colorear 1 por hoja:  497 Actividad grande 1

Para colorear 2 por hoja:  497 Merienda para Jesús

Póster:  497 Poster Hechos 20_35

Tarjetas bíblicas:  TB Hechos 20_35     A4: TB Hechos 20_35 A4

Láminas:  497 Una merienda para Jesús AV

Multimedia:  PPT El niño y la merienda   PDF  El niño y la merienda

Manualidad: Milagro de Multiplicación

497 ACT milagro instrucciones     Carta: 497 ACT Milagro     A4: 497 ACT milagro A4

Actividad 1 por hoja:  497 Actividad grande 2

Actividad 2 por hoja:  497 El regalo de un niño

Respuestas:

 

Dos palabras de significado eterno

Este día, 13 de diciembre, tiene un significado especial para mí. Hace 18 años, mi primogénita fue escoltada por ángeles al cielo. Terminaron sus sufrimientos y recibió su completa sanidad. Ya nunca más tendrá que sufrir para llenar sus pulmones de aire y poder respirar. Ella, mi Evita, nació con fibrosis quística.

Me alegro que este día les pueda hablar de las dos palabras más significativas para nuestra gloria eterna. ¡Se cumplió la obra de redención!

«Consumar» significa llevar a cabo totalmente algo; quiere decir terminar completamente. Para ser nuestro Salvador Jesús tuvo que cumplir al pie de la letra el plan de Dios. Todo lo que hizo Jesús fue para consumar la Promesa.

¿Has sentido alguna vez la satisfacción de terminar un proyecto? Tal vez fue algo que le dedicaste mucho esfuerzo. Es grande el sentimiento de alivio y satisfacción. Graduarse de ciertos estudios y recibir el diploma es un ejemplo de «consumar», de terminar.

En mi juventud tejí una chompa (suéter); pero cuando casi la tuve lista se me terminó la lana. Yo estaba en el Perú y había comprado la lana en Suecia; no podía conseguir otro ovillo. Decidí desatar todo mi trabajo y volver a tejer; esta vez con puntos menos sueltos. Es inexplicable la satisfacción que sentí al terminar esa chompa. Aprendí paciencia y dedicación.

¡Cuántas veces Dios comienza de nuevo cuando fallamos! Como lo que observó Jeremías en la casa del alfarero (Jeremías 18:1-6).

Explica a los niños cuán importante era la muerte de Jesús en la cruz. Su vida intachable en la tierra, sus milagros, sus enseñanzas… nada de eso nos hubiera salvado. Jesús tuvo que soportar el Calvario. Cuando exclamó «¡Consumado es!» y dio su último suspiro, la Promesa se consumó. Pero hay algo más… lo veremos la próxima semana.

Tarjetas de Navidad

Cristina ha preparado algunas ideas para hacer tarjetas. Véanlas en Caja de Ideas.

 La Perlita 486

Historia:  486 Cristo consumó la promesa

Historia en color:  486 Cristo consumó la promesa color

Lección bíblica:  En La Vida de Jesús, lección 17: El Cordero de Dios

Para colorear 1 por hoja:  486 Actividad grande 1

Para colorear 2 por hoja:  486 Jesús murió por mí Hoja

Póster:  486 Poster Romanos 5_8

Tarjetas bíblicas:  TB Romanos 5_8     A4: TB Romanos 5_8 A4

Láminas:  486 CO  Promesa      486 GR Promesa      486 BN Promesa

Multimedia PDF:  486 Cristo consumó la promesa

Actividad 1 por hoja:  486 Actividad grande 2

Actividad 2 por hoja:  486 Jesús murió por mí Actividad

Respuesta: Consumar significa completar totalmente algo.

Esta actividad sigue el relato en La Perlita.

 

 

Jesús obedece a su Padre

Pepita y Estrella iban saltando felices por la calle, cantando una canción que Sal había inventado y que les había enseñado a sus amigos del Club.

Obedecer, ese es nuestro deber.
Si quieres ser feliz debes obedecer.

Luego inventaron sus propias palabras:

Es mi deber obedecer. Porque quiero ser feliz voy a obedecer.

–¿A quién vas a obedecer? –le preguntó Pepita a su amiga Estrella.

–A papá y a mamá –respondió Estrella, cantando. Luego ella le hizo la misma pregunta a Pepita.

Las niñas siguieron preguntando y respondiendo, cantando acerca de las personas a quienes iban a obedecer.

Resultó una lista larga: abuelos, maestros, tíos, hermanos, doña Beatriz, policías y otros.

Llegaron al Club cantando, y le contaron a doña Beatriz acerca de todas las personas a quienes iban a obedecer.

–Creo que se han olvidado de la Persona más importante –les dijo la buena vecina–. ¿No van a obedecer a Dios?

–¡Dios! –exclamó Pepita–. ¿Cómo nos olvidamos de Dios?

–Yo no me olvidé –dijo Estrella–. Quería que tú lo digas.

–¿Recuerdan que Dios es el Padre de Jesús? –les preguntó doña Beatriz–. Jesús obedeció a su Padre en todo.

La obediencia de Jesús

Cuando Dios creó el mundo, puso allí un hermoso jardín. En ese jardín puso al primer hombre y a la primera mujer.

Había armonía y paz en el hermoso mundo de Dios. En las tardes Él se paseaba en el jardín y conversaba con el hombre y la mujer.

–Yo sé a quién Dios puso en el hermoso jardín –dijo Pepita–. Dios puso a Adán y a Eva en el jardín.

–Pero ellos fueron desobedientes –dijo Sal–. Y se escondieron cuando oyeron que Dios se paseaba en el jardín.

Con ellos entró el pecado en el mundo. Dios tuvo que expulsarlos del hermoso jardín. Pero los amaba y prometió que enviaría un Salvador para pagar el castigo por el pecado. El Hijo de Dios sería ese Salvador.

Para cumplir el plan de Dios, su Hijo se hizo humano. Jesús dejó toda la gloria del cielo y vino a nacer como hombre. Llegó a un hogar humilde y sencillo. Nació en un establo y su primera cuna fue un pesebre.

Como Hijo de Dios Jesús pudo haber escogido un palacio o una casa lujosa; pero dejó de lado todas las comodidades del cielo porque quería obedecer a su Padre.

Cuando inició su ministerio, Jesús fue al río Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista, que predicaba el arrepentimiento y bautizaba. Jesús no necesitaba arrepentirse porque nunca había hecho nada malo. Pero quería obedecer a su Padre, y fue bautizado.

El cielo se abrió y el Espíritu de Dios bajó sobre Jesús como una paloma. Dios habló del cielo y dijo:
«Este es mi Hijo amado. Estoy muy complacido con Él.»

Obediencia absoluta a su Padre

Jesús no hizo nada por sí mismo, sino solamente lo que le indicaba Dios su Padre. Él andaba de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad enseñando a la gente, sanando a los enfermos, y echando fuera demonios.

Una noche lo visitó un fariseo llamado Nicodemo. Nicodemo le dijo que sabía que Jesús había venido de Dios, porque nadie podía hacer las obras que Él hacía. Jesús le dijo las palabras más conocidas y amadas, Juan 3:16.

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna.»

Cuando se encontró con una mujer despreciada porque llevaba una mala vida, Jesús le ofreció el agua de vida, que es la salvación. ¡Jesús cambió la vida de esta mujer y de todo el pueblo donde ella vivía! Así, Jesús obedecía a su Padre.

Obediente hasta la muerte

Jesús había venido al mundo con un propósito, el de obedecer a su Padre, y llevar el castigo de nuestros pecados. Para hacer esto, Jesús debía morir en la cruz. Eso sería muy difícil. Jesús necesitaba mucha ayuda de su Padre para hacerlo. Fue con sus discípulos a orar a Dios en el huerto de Getsemaní.

Tres veces Jesús pidió a su Padre que lo librara del sufrimiento de morir en la cruz.

Pero oró: «Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya.»

Fue tanta la agonía de Jesús que sudó gotas de sangre. Dios mandó ángeles para fortalecerlo.

El plan de Dios era que Jesús sea el Salvador. Jesús murió en la cruz por nuestros pecados y nuestras enfermedades. Todo lo hizo en obediencia a Dios y por amor a nosotros.

Como Jesús obedeció a su Padre, Dios lo ha exaltado y le ha dado el honor más grande. Un día, todos doblarán las rodillas ante Jesús y reconocerán que Él es el Rey y Señor.

Así como Jesús fue obediente a su Padre, busca en todo ser obediente a Dios y su Palabra.

MIS PERLITAS

En Mis Perlitas están los materiales para esta historia.

Jesús en el hogar de Nazaret

En el ABC de Fragancia hemos llegado a la virtud de obediencia.
Jesús de niño será nuestro ejemplo.

Jesús era el muchacho más bueno y amable que ha vivido sobre esta tierra. Él se portó bien, para enseñarnos cómo debemos portarnos.

Antes de venir a la tierra Jesús vivía en el cielo. Junto con su Padre, hizo el hermoso mundo en que vivimos. Porque la gente era desobediente y pecadora, Jesús vino al mundo como el Salvador.

Dios escogió a María para que Jesús naciera en este mundo. Él fue un niño diferente; en primer lugar porque era el Hijo de Dios. Sabía que no era como otros niños, y que había venido al mundo para hacer un trabajo especial. Sus hermanos –Jacobo, José, Simón y Judas– muchas veces no lo entendían.

Jesús fue siempre un niño obediente.

  • Respetaba a sus padres.
  • No engañaba.
  • No mentía.
  • No robaba.
  • Hacía solamente lo bueno.

Jesús crecía en sabiduría y estatura,
y gozaba del favor de Dios y de toda la gente.

 

¿Has pensado cómo era la vida del niño Jesús? Jesús creció en Nazaret, en el hogar del carpintero José, que era su padre en la tierra. Su madre era María.

Imaginemos cómo era su vida en Nazaret. El hogar donde creció Jesús era sencillo. La casa era de adobe, de una sola pieza, y junto a la casa estaba la carpintería. Había un patio donde jugaban Jesús y sus hermanos.

En el suelo, en medio de la casa, estaba el fuego que María usaba para hornear el pan y para cocinar.
Los primeros años de su vida Jesús los pasó en casa, aprendiendo muchas cosas de su madre.

María le enseñó a enrollar su colchón y guardarlo en el cofre de la ropa de cama. Eso lo hacían cada mañana. A la hora de dormir los colchones se colocaban sobre una plataforma donde todos dormían juntos.

Según la costumbre, Jesús acompañaba a su madre al pozo para traer agua, y le ayudaba a hacer los panes.

Desde sus cinco o seis años Jesús estuvo con José. Como él estaba ocupado en su trabajo, mandó a Jesús a la escuela.

La escuela quedaba en la sinagoga, el pequeño templo del pueblo. Allí los muchachos aprendían la ley de Dios. Solamente los varones iban a la escuela; los estudios no eran para las niñas.

Los niños se sentaban en un semicírculo en el suelo, con las piernas cruzadas, y escuchaban las enseñanzas del maestro, llamado rabí. ¿Qué estudiaban? Aprendían de memoria todos los libros que escribió Moisés: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. ¡Qué trabajo duro para los muchachos!

La visita al templo en Jerusalén

Cuando Jesús cumplió doce años acompañó a sus padres al templo en Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Ese fue un gran día para él. No se preocupó en jugar con sus amigos; fue directamente a conversar con los maestros de la ley. Tan interesado estaba en las cosas de Dios que olvidó todo lo demás.

Después de la fiesta, cuando iban de regreso, José y María buscaron a Jesús entre los niños; pero no lo encontraron. Inquietos, volvieron a Jerusalén para buscarlo. Tres días después lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley.

–Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? –le dijo María–. Tu padre y yo te hemos buscado, muy preocupados.

–¿Por qué me buscaron? –contestó Jesús–. ¿No sabían que debo estar en los negocios de mi Padre?

¿Se habían olvidado ellos que Jesús era el Hijo de Dios?

Un hijo obediente

Jesús era un hijo obediente y volvió con sus padres a Nazaret. Siguió creciendo en sabiduría y estatura, y gozaba cada vez más del favor de Dios y de toda la gente. Jesús nos dio ejemplo de cómo comportarnos.

A Dios le agrada que seamos obedientes a nuestros padres.

¿Serás obediente como Jesús?

MIS PERLITAS

En Mis Perlitas están todas las ayudas para esta historia.

 

Moisés, un libertador humilde

Los niños del Club se habían reunido en el jardín de doña Beatriz. El clima estaba perfecto para estar afuera; pero algunos daban más atención a las flores y los pajaritos que a la enseñanza.

–¿Quién puede decir qué es la humildad? –preguntó doña Beatriz.

–La humildad es ser pobre –dijo Samuelito.

–Es verdad que muchos asocian la humildad con la pobreza –respondió la buena vecina–. Pero puede haber un pobre orgulloso o un rico humilde.

–La humildad es ser humilde –dijo Estrella.

–Esa definición no vale –dijo Pimienta–. Creo que ser humilde significa no ser orgulloso.

Los niños siguieron dando opiniones. Luego doña Beatriz preguntó:

–¿Quién creen que ha sido la persona más humilde?

–Yo creo que ha sido Jesús –dijo Sal, sin titubear.

–Así es –dijo doña Beatriz–. Jesús es el mayor ejemplo de humildad. Aunque Jesús fue igual a Dios, se humilló y se hizo igual a nosotros. Se hizo hombre para salvarnos.

»Cuando nos toque estudiar la palabra obediencia –prosiguió–vamos a hablar de cómo Jesús se humilló y fue obediente a Dios. Ahora vamos a hablar de otro hombre humilde.

Doña Beatriz sacó una pizarra portátil en la que había escrito: Moisés era muy humilde, más humilde que cualquier otro sobre la tierra.

–¡Moisés! –gritaron los niños–. ¡Moisés era humilde!

De príncipe a pastor

Entonces empezaron a recordar las cosas que doña Beatriz les había contado acerca de Moisés. Nació en un tiempo en que el pueblo de Israel era esclavo en Egipto. Su madre lo puso en una canasta en el río para salvarlo de la orden del rey de que debían matar a todos los varoncitos.

La princesa, la hija del rey de Egipto, lo encontró y lo adoptó como su hijo. Moisés creció rodeado de todos los lujos y privilegios que tenían los príncipes en Egipto; pero no se olvidó de su familia y la vida de esclavos de su pueblo.

Un día, Moisés observó que un egipcio golpeaba a un esclavo de su pueblo Israel, así que mató al egipcio. Cuando el rey faraón se enteró de esto, quiso matar a Moisés. Entonces Moisés huyó a la tierra de Madían.

Allí comenzó una nueva vida, como pastor de ovejas. Se casó con una muchacha llamada Séfora.

De pastor a libertador

Pasaron cuarenta años. Un día, mientras pastoreaba las ovejas, Dios se le apareció en medio de una zarza que ardía y no se consumía. ¡Qué cosa asombrosa! Desde la zarza Dios llamó a Moisés para que vaya a liberar a Israel.

¿Liberar a Israel? Moisés no se creía capaz de hacer tal cosa. El pueblo de Israel era grande, con miles de personas; en realidad, dos o tres millones. Liberar a toda esa gente sería una labor tremendamente delicada y difícil. Dios le prometió su ayuda, y le dio poder para obrar milagros. Moisés fue humilde y obedeció la voluntad de Dios.

El rey faraón no quiso soltar al pueblo de Israel; pero Dios hizo muchas maravillas, hasta que el faraón ordenó que se fueran. Comandados por Moisés, los israelitas salieron rápidamente de Egipto.

Cuando llegaron al mar Rojo, donde no había pase, Dios les abrió un camino por en medio del mar, que sirvió para que los israelitas pasen tranquilamente. El ejército de Egipto que los perseguía murió ahogado en el agua.

Dios mismo defiende a Moisés

María y Aarón, los hermanos de Moisés, lo ayudaban a guiar al pueblo. Pero se quejaron contra él, diciendo: «¿Acaso Dios habla solamente por medio de Moisés?»

Entonces Dios mismo salió en defensa de Moisés. «Mi siervo Moisés es fiel en toda mi casa –dijo Dios–. Moisés es humilde. ¿Cómo se atreven a hablar contra él?»

Por haber hablado en contra de Moisés, Dios castigó a María. Quedó con todo el cuerpo cubierto de lepra.

Con toda humildad Moisés oró al Señor por su hermana, pidiendo que Dios la perdonara. ¡Y Dios perdonó a María!

Cuarenta años Moisés, el libertador humilde, guió al pueblo de Israel.

MIS PERLITAS

En MIS PERLITAS está todo lo que corresponde a esta historia.

La próxima virtud es INTEGRIDAD. ¿Qué significa para ti integridad? Busca el significado y piensa en una definición. ¿Qué dirías si alguien te pregunta lo que es la integridad?

Pepito y las mentiras

Lee acerca de Ananías y Safira en Hechos 5:1-11.

A los niños del Club les impresionó lo que pasó con Ananías y Safira, dos hermanos de la iglesia en Jerusalén que se pusieron de acuerdo para mentir.

–Ellos cayeron muertos por mentir –dijo Pimienta.

–Dios los puso como ejemplo para mostrar que delante de Dios la mentira es pecado –añadió Sal.

–No mintieron a Pedro sino a Dios –dijo Samuel.

–Sí –respondió doña Beatriz, la buena vecina que dirigía el Club–. Toda mentira es pecado. Me alegra que hayan prestado atención a la historia. Ahora les voy a contar acerca de Pepito, que tenía una muy mala costumbre.

El niño más mentiroso

Pepito era un niño mentiroso. Mentía por aquí y mentía por allá. En el barrio donde vivía, era conocido como el niño más mentiroso.

El papá de Pepito se preocupaba mucho de que su hijo fuera tan mentiroso. Castigaba a Pepito; pero el muchacho lo mismo seguía mintiendo. Oró a Dios por su hijo y el problema de las mentiras.

Un día tuvo una idea de cómo enseñarle una lección, con la esperanza de que Pepito dejara de mentir.

Una lección para Pepito

–Pepito, no sé qué hacer contigo –le dijo su papá–. Tienes la muy mala costumbre de mentir. Te he dicho muchas veces que la mentira es pecado. Ahora te voy a enseñar una lección. Pero primero vamos a orar para que Dios te ayude.

Después de la oración, el papá le dio a Pepito un trozo de madera, unos clavos y un martillo, y le dijo:

–Quiero que coloques un clavo en la madera por cada mentira que has dicho esta semana.

A Pepito no le gustó la idea; pero tenía que obedecer a su papá. Con la madera, el martillo y los clavos, se puso a recordar todas las mentiras que había dicho en los últimos días y empezó a clavar.

La madera y los clavos

Un clavo por mentir a su maestro; dos clavos por las mentiras que había dicho a su hermana; un clavo por mentir a su papá; otro clavo por mentir a su mamá… ¡Clavó y clavó!

Al fin, la madera se llenó de clavos. Por primera vez Pepito se dio cuenta de cuánto mentía. ¡Qué fea estaba la madera!

–Papá, ¿puedo sacar los clavos? –preguntó Pepito–. No me gusta verlos porque me recuerdan las mentiras.

–Sí, hijo, saca los clavos.

Pepito sacó los clavos, uno por uno. ¿Cómo quedó la madera sin los clavos? ¡Llena de huecos!

–Pepito, puedes sacar los clavos pero no puedes borrar los huecos –le dijo su papá–. Después de mentir puedes pedir perdón, pero no se borran las cosas que has dicho. Por eso, cuida lo que dices, hijo.

¡Una nueva madera!

Pepito tuvo mucho en qué pensar ese día. Cada vez que miraba la madera y veía los huecos, recordaba las mentiras.

–Papá, no quiero mentir –dijo Pepito–. ¿Qué puedo hacer?

–Solo Jesús puede ayudarte –contestó su papá.

Con todo amor le explicó que el Señor Jesús no solo perdona nuestros pecados, sino que limpia y borra todo el pasado. Nosotros no podemos borrar los «huecos» que dejan las mentiras. Pero Jesús hace más que borrar los huecos. ¡Él nos da una nueva madera!

–Con Cristo Jesús somos una nueva creación –le explicó el papá a Pepito–. Dios nos perdona todas las cosas de antes y nos hace comenzar una vida nueva.

Pepito oró al Señor y pidió perdón por sus mentiras.

«Gracias, amado Jesús, por perdonar mis pecados –dijo Pepito–. ¡Ayúdame a hablar siempre la verdad.»

Un nuevo Pepito

Con la ayuda del Señor, Pepito cambió. Ya no lo conocen como el muchacho mentiroso del barrio sino como un niño honrado que habla la verdad.

–Quiero ser como Pepito –dijo Pimienta–. En mi casa todos mienten; pero yo no quiero mentir sino hablar la verdad.

–Tú puedes dar un buen ejemplo –dijo doña Beatriz–.Dios te ayudará a cumplir lo que escribió el apóstol Pablo en una de sus cartas: «Dejen de mentirse unos a otros».

MIS PERLITAS

En Mis Perlitas están todos los materiales para esta historia.

Los panaderos y el pan de Pascua

Cierta vez tres amigos panaderos se desafiaron mutuamente a elaborar el mejor pan que pudieran y compartirlo con la gente del pueblo para que ellos califiquen cuál era el mejor.

El primero pensó: Seré el ganador. Haré que mi pan sea el más vistoso. Cuando lo vean no dudarán en premiarme.

Inmediatamente juntó los ingredientes y comenzó la preparación. «Pondré el doble de levadura, así lograré hacer el pan más grande para que la gente lo admire», dijo.

El segundo panadero decidió hacer el pan que siempre hacía porque prefirió dormir antes que planificar. Juntó todos los ingredientes y comenzó a elaborarlo.

Este pan ya lo conocen todos –pensó–. Tendré que sobornar a algunos del pueblo para que me favorezcan.

La masa sin levadura

El tercer panadero demoró mucho en comenzar la preparación de su masa. Ayudó a unos ancianos a llevar sus bolsas de compra; luego prepararó comida para una joven viuda que tenía cuatro hijos, y que acababa de llegar al pueblo.

Cuando por fin llegó a su panadería, hizo una masa rápida, con harina, agua y un poco de sal. Al mezclar los ingredientes pensó: Sólo tengo unos minutos, ya que debo ir donde Juana, la joven viuda. Ella necesita que cuide a sus hijos para que vaya a su trabajo.

El panadero puso su pan al horno rápidamente y oró: «Dios mío, tú sabes que no tuve mucho tiempo para elaborar este pan, pero lo hice con todo cariño para mis paisanos. Te pido que les haga mucho bien, que los fortifique y que todos lo compartan con amor.»

Cuando sacó el pan del horno vio que le quedó plano y algo duro. ¡Se había olvidado de ponerle levadura!

Ya no había tiempo para hacer otro pan. Lo guardó en una caja y corrió a la casa de la viuda Juana, para ayudarle.

Presentación de los panes

Más tarde, los tres panaderos presentaron su pan a la gente del pueblo. Todos se habían juntado en la plaza principal. El pan del primer panadero se vio grande y fofo. Los primeros en probarlo dijeron que les estaba haciendo doler el estómago, así que el resto ya no quiso probarlo.

Al ver los panes del segundo panadero la gente comentó que era el mismo pan de siempre, que no tenía nada de novedoso, así que muy pocos comieron. Aquellos a quienes el panadero había sobornado para que convenzan a la gente de su «excelente producto», no lograron convencer a nadie.

El pan de Pascua

Finalmente, al ver el pan del tercer panadero, la gente del pueblo observó que estaba plano, y algo duro; pero al probarlo les pareció delicioso.

–Este pan está hecho por el hombre más generoso del pueblo –comentó una señora.

–Tiene sabor a bondad y amor –dijo otra.

–Me hace pensar en el pan que los judíos comieron antes de salir de Egipto –comentó un señor.

–¡Es el pan de Pascua! –exclamó una niña.

–Sí, es el pan sin levadura que representa la justicia de Jesucristo, el verdadero pan de vida –explicó un anciano.

Fue así que, ese día, el panadero que se olvidó de ponerle levadura al pan, porque estaba ocupado en ayudar a su prójimo, elaboró el mejor pan, el pan de Pascua.

¿Por qué sin levadura?

La levadura se usa en el pan para que no salga duro. Cuando la masa se prepara con levadura, y se deja reposar, después de una o dos horas crece al doble o triple de su tamaño. El efecto de la levadura hace que la masa se contamine y crezca y que el pan salga suave.

Durante la Pascua el pueblo de Dios debía comer pan sin levadura. Era una fiesta de siete días llamada de los «Panes sin levadura». Dios quería que se recuerde cuán duro había sido para los israelitas cuando huyeron de Egipto.

Hace más de dos mil años, cuando se celebraba esta fiesta, Jesús fue crucificado. Murió en la cruz por nuestros pecados, para ser nuestro Salvador. Fue sepultado; pero no quedó en la tumba sino que resucitó. ¡Jesús vive!

Ahora Jesús está en el cielo; pero volverá. Prometió a sus discípulos que iría para preparar lugar en las mansiones de Dios. Un día vendrá para llevar allá a todos los que le aman.

¿Has entregado tu vida a Jesús? ¿Estás listo para ir con Él?

MIS PERLITAS

En Mis Perlitas están todos los componentes de esta historia.

 

El día más triste de Pedro

Sal, el niño llamado Alberto, llegó muy emocionado al Club. Había hecho un escudo con tres letras. Sus amigos tendrían que adivinar el significado.

Q H J, ¿qué quiere decir? –preguntó Sal.

–Quiero Hacer Juegos –gritó Pimienta.

–Sabemos que te gusta jugar –dijo Sal–. Pero estas palabras significan algo más importante.

–Jugar es importante –dijo Pimienta–. El que no juega se muere de tristeza.

–¿Quién trae más alegría? ¡Es Jesús! –gritó Pepita.

–¿Qué Hace Jesús? –sugirió Samuel–. Él me hace feliz. Siempre soy feliz con Jesús.

 

¿Qué haría Jesús?

–He estado pensando en el tema de la Fragancia y en las palabras que hemos aprendido –dijo Sal.

–Amor, Bondad, Compasión, Dadivosidad, Entusiasmo… –repitieron los niños del Club.

–Me pregunté cómo puedo tener esa fragancia –dijo Sal–. Entonces pensé: ¿Qué haría Jesús?
Cuando no sé lo que debo hacer, me pregunto lo que haría Jesús.

A doña Beatriz le gustó tanto el escudo y la idea de Sal que sugirió que todos hagan un escudo. Y les dio los materiales para hacerlo.

Mientras los niños trabajaban, ella les enseñó un versículo que habla de hacer todo en el nombre de Jesús. Es como preguntar: ¿qué haría Jesús?

Y todo lo que hagan o digan, háganlo
en el nombre del Señor Jesús, dando gracias
a Dios el Padre por medio de él.

 

El día más feliz de Pedro

–¿Cuál fue el día más feliz de Pedro? –preguntó doña Beatriz, como repaso de la historia del entusiasmo de Pedro.

–Cuando encontró la moneda en el pez –gritó Pimienta.

–Cuando pescó tanto que su barco se hundía –gritó otro.

Los niños se divirtieron gritando sus respuestas.

Fue un día feliz cuando Pedro conoció a Jesús

–Creo que el día más feliz y emocionante fue cuando Pedro conoció a Jesús –dijo doña Beatriz–. ¿Y cuál fue el día más triste?

–Cuando perdió la moneda que había encontrado –dijo Pimienta, bromeando.

Luego doña Beatriz les habló del día más triste de Pedro.

 

Pedro niega a Jesús

El día que Pedro conoció a Jesús fue el más feliz. Pedro decidió que sería fiel al Señor todos los días de su vida. Dijo que aunque todos abandonaran a Jesús, él nunca lo haría.

Llegó el día en que los enemigos de Jesús lo arrestaron. Lo odiaban por los milagros que hacía; pero más que nada porque Jesús decía que Dios era su Padre.

Pedro niega a Jesús tres veces

Cuando llevaron a Jesús para juzgarlo, Pedro siguió de lejos. Era de noche y hacía frío; en medio del patio había un fuego. Allí se sentó Pedro para calentarse. Cuando le preguntaron si conocía a Jesús, lo negó tres veces.

Pedro, que amaba tanto a su Maestro, y que había prometido ser fiel aunque todos dejaran a Jesús, lo negó. Desde donde Jesús estaba ante el tribunal, miró a Pedro.

 

Una mirada de amor

Pedro no soportó esa mirada. Era una mirada de profundo amor. ¿Qué había hecho? Salió de allí y lloró amargamente. Pedro, que con tanto entusiasmo había prometido ser fiel a Jesús, le había fallado. Ese fue su día más triste.

Pedro llora amargamente por haber negado a Jesús

Esa noche Jesús fue condenado a muerte por sus enemigos. Murió en la cruz llevando el castigo del pecado por toda la humanidad. Aunque Pedro fue infiel a la promesa que hizo a Jesús, Cristo Jesús lo amó y lo perdonó.

La mirada de amor no fue solamente para Pedro; es para todos. La Biblia dice que aunque nosotros seamos infieles, Dios permanece fiel. Él siempre cumple sus promesas.

 

Q H J

Las letras en el escudo que hizo Sal son una forma excelente de recordar que debemos hacer y decir solamente las cosas que son agradables a Dios. Llévalas siempre en tu corazón, y en todas las cosas pregunta: ¿qué haría Jesús?

 

MIS PERLITAS

En Mis Perlitas está todo lo que corresponde a esta historia.

La moneda en el pez

Samuel había encontrado algo; pero no quería contarles a sus amigos lo que era. ¿Qué había encontrado? Una moneda; la más grande que jamás había tenido.

Nuestro amiguito no sabía si quedarse con la moneda o ponerla en el «frasco de amor», donde reunían dinero para alegrar a alguien.

«Mas bienaventurado es dar que recibir» era un versículo de la Biblia que había aprendido.

«¿Doy o no doy?» se preguntaba Samuel.

Sus amigos estaban esperando que les cuente lo que había encontrado.

–¿Qué ha encontrado Samuel? –dijo doña Beatriz–. No lo sabemos. Ahora les voy a contar de algo que encontró Simón Pedro, uno de los discípulos más cercanos de Jesús.

Pedro el pescador

Pedro era pescador. Un día Jesús usó la barca de Pedro para enseñar a la gente que se había reunido junto al mar. Era más fácil para Jesús enseñar desde la barca.

Después de enseñar, Jesús hizo un gran milagro. Le dio a Pedro una pesca tan grande quea él tuvo que llamar a sus compañeros para que le ayuden, porque su barca se hundía.

Ese día, Pedro dejó su trabajo de pescador para seguir a Jesús y ser pescador de hombres.

Pedro era entusiasta. Lo que otros no se atrevían a hacer, él lo hacía. ¿Quién ha andado sobre el agua? ¡Pedro!

Una noche, cuando los discípulos cruzaban el mar en una tormenta, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Los discípulos se asustaron porque pensaban que era un fantasma; pero Jesús les dijo que era Él y que no tuvieran miedo.

Cuando Pedro se dio cuenta de que era Jesús, le pidió que lo dejara ir hacia Él sobre las aguas. Cuando Jesús le dijo «¡Ven!», Pedro se aventuró y salió de la barca. ¡Qué emoción!

¡Pedro anduvo sobre el agua! Pero al ver el viento y las olas tuvo miedo y empezó a hundirse. «¡Jesús, ayúdame!» gritó. Jesús le extendió la mano, y juntos subieron a la barca.

La moneda para el impuesto

¿Cuántas veces crees que Pedro les contó a sus nietos acerca de la noche cuando anduvo con Jesús sobre el mar?

Otra experiencia extraordinaria de Pedro fue cuando encontró una moneda en la boca de un pez.

Un día, cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Capernaúm, los cobradores le preguntaron a Pedro si Jesús pagaba el impuesto del templo. Entonces Jesús lo mandó a pescar.

Para Pedro el pescador eso era fácil; pero ¿cuánto tendría que pescar para conseguir el dinero del impuesto? Necesitaba cuatro dracmas; dos para él y dos para Jesús.

Esta pesca fue diferente. El primer pez que Pedro sacó con el anzuelo tenía una moneda en la boca. ¿No necesitaba cuatro monedas? Sí; pero este era un estatero. El estatero era una moneda que equivalía a cuatro dracmas.

Imagínate el entusiasmo de Pedro cuando fue a pagar el impuesto. ¡Llevaba cuatro dracmas en una moneda! Esta era otra historia emocionante para contarle a su familia. La moneda del pez era exactamente lo que él y Jesús necesitaban.

La moneda de Samuel

Cuando Samuel escuchó esta historia no pudo callarse.

–¡Yo también encontré una moneda! –gritó Samuel–. ¡Aquí está! Ese es mi secreto. Es una moneda grande.

Samuel fue a mostrarle a doña Beatriz la moneda que había encontrado. Estaba decidido a que pondría en el «frasco de amor» su moneda, la más grande que jamás había tenido.

–Es una moneda grande y valiosa –dijo la buena vecina–. ¡Qué bendición! ¿Dónde la encontraste?

–La encontré en la calle. Ahora va a ser mi regalo de amor. La moneda que Pedro encontró fue para el templo. Yo quiero que mi moneda sirva para alegrar a alguien.

Al poner su moneda en el «frasco de amor» Samuel sintió tanto entusiasmo como Pedro. Una vez, cuando muchos de los discípulos se fueron y ya no siguieron a Jesús, el Señor les preguntó a Pedro y sus amigos si ellos también se irían.

«Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna», respondió Pedro.

¡Así tan fiel como Pedro quería ser Samuel!

¿Y tú? ¿Seguirás a Jesús con entusiasmo?

MIS PERLITAS

EN MIS PERLITAS ENCUENTRA LAS AYUDAS PARA ESTA HISTORIA.

Un cimiento firme para tu vida

Los niños del Club aprendieron que la fragancia es como el perfume agradable de una flor. Lo opuesto a fragancia es el feo y desagradable olor a zorrillo.

–Cuando nos portamos mal con alguien olemos a zorrillo –dijo Estrella–. No quiero oler a zorrillo.

–Tú siempre hueles a perfume –le dijo Pepita–. Me gusta que eres buena y sonríes a todos.

–Papá dice que tengo el cromosoma del amor –dijo Estrella–. Me gusta ese cromosoma.

–¿Qué es un cromosoma? –preguntó Pimienta, el niño que siempre quiere saber todas las cosas.

Doña Beatriz miró cariñosamnte a Pimienta y le dio una sencilla explicación.

–El cuerpo humano está compuesto de muchísimas células y cada una tiene sus características. En las células hay cromosomas que definen cosas, como si serás hombre o mujer, y también algunos de los rasgos físicos.

–Yo tengo el cromosoma del amor –repitió Estrella.

–Sí, Estrella –dijo doña Beatriz–. Hay 46 cromosomas; pero tú tienes uno más. Eso te hace una niña alegre y amorosa.

–¿Por qué yo no tengo ese cromosoma? –dijo Pimienta.

–La siguiente semana vamos a hablar del amor –le respondió la buena vecina–. Tú y tu amigo Sal pueden investigar acerca de los cromosomas. Traigan un informe. Pero hoy vamos a hablar de casas, de dos casas y dos contructores.

Pimienta se sintió importante. No sabía cómo iba a investigar sobre cromosomas; pero estaba seguro de que Sal le ayudaría. Nunca había tenido un amigo tan bueno como Sal.

La enseñanza de Jesús

Imagina que tu vida es una casa. ¿Cómo quisieras que sea esa casa? Seguramente te gustaría que la casa de tu vida sea fuerte y que tenga un fundamento sólido, para que cuando haya vientos y tempestades esté firme.

Jesús enseñó acerca de dos hombres, uno prudente y otro insensato. Cada uno construyó su casa.

Casa con fundamento firme      Casa sin fundamento firme

La casa del hombre prudente

«El que viene a mí y escucha mis enseñanzas y las obedece es como el hombre prudente que construyó su casa sobre la roca», dijo Jesús.

Muy profundo, debajo de la superficie de la tierra, hay roca sólida, llamada roca madre. El hombre prudente hizo un hoyo profundo, hasta encontrar esa roca, y allí puso las bases. Sobre la roca madre construyó un cimiento firme para su casa.

Cuando vino una inundación, con tormenta y vientos fuertes, el torrente de agua golpeó contra la casa pero no pudo ni siquiera hacerla tambalear, porque estaba construida sobre piedra firme.

La casa del hombre insensato

«Quienes escuchan lo que enseño y no me obedecen son como el hombre insensato que construyó su casa sobre la arena, sobre terreno blando y sin cimientos», dijo Jesús.

Al hombre insensato no le importó cavar un hoyo profundo para poner las bases de su casa sobre la roca madre. Este hombre construyó su casa sin fundamento.

Las dos casas eran bonitas; ambas se veían fuertes. Los dos hombres estaban contentos por el trabajo que habían hecho de construir cada uno su casa.

Pero cuando vino la corriente de agua, cuando el viento sopló con fuerza, cuando hubo inundación, ¿qué crees que pasó con la casa del hombre insensato? ¡La casa se derrumbó y quedó totalmente destruida!

«¿Por qué no me obedecen?»

Multitudes seguían a Jesús cuando estaba en la tierra. Si tú hubieras estado allí seguramente habrías corrido a su lado, te habrías sentado lo más cerca posible de Él para escuchar sus enseñanzas. A la hora del almuerzo quizá hubieras compartido con Jesús tu fiambre, ¿no crees?

Un día, en medio de su enseñanza, Jesús miró fijamente a la gente y preguntó: «¿Por qué me llaman “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo?» Luego les puso el ejemplo de los dos hombres constructores.

Un hombre escuchó las enseñanzas de Jesús y las obedeció. El otro hombre también escuchó las enseñanzas de Jesús; pero a él no le importó obedecerlas.

Una base firme para tu vida

Para que la casa de tu vida sea fuerte y soporte los contratiempos y las tormentas, necesitas una base sólida. Mira las dos casas del dibujo. ¿En cuál quisieras estar?

Aprende las enseñanzas de Jesús, obedece lo que te dice en su Palabra, y tu vida tendrá un cimiento firme. Jesús es el mejor fundamento para tu vida.

Edifica tu vida sobre Jesús y sus enseñanzas.

MIS PERLITAS

En Mis Perlitas está todo el material para esta historia.

Los dos constructores y las dos casas

El hombre prudente cavó profundo para poner
un fundamento firme

Su casa soportó la tormenta

La casa estuvo firme después de la inundación

El hombre insensato en medio de la tormenta

Su casa fue destruida porque no puso fundamento

Edifica tu vida sobre Jesús y sus enseñanzas
y tendrás un cimiento firme.