«He encontrado en David, hijo de Isaí, un hombre conforme a mi corazón; él realizará todo lo que yo quiero», le dice Dios a Samuel, y lo manda a ungir a David como el próximo rey.
Cuando Samuel llega a la casa de Isaí, y sus hijos pasan a saludarlo, el profeta queda impresionado al ver a Eliab, el hijo mayor, alto y de buen parecer. «No mires su buena apariencia y lo grande de su estatura, porque así miran los hombres, pero yo miro el corazón», le dice Dios.
Dios mira el corazón. Hace 3.000 años Dios vio en las praderas de Belén a un niño de corazón humilde y obediente. Era el menor de ocho hermanos, enviado por su padre a cuidar las ovejas. Allí desarrolló su talento musical. Tocaba el arpa y cantaba salmos. El Salmo 23, la hermosa descripción de Jehová como nuestro pastor, seguramente fue inspirado por el amor y cuidado que David tenía de sus ovejas.
Desde su temprana juventud David mostró la inquebrantable confianza que tenía en Jehová de los ejércitos, venciendo al gigante Goliat. Si analizamos la situación, vemos que David era el verdadero gigante, con Jehová a su lado. «Jehová está conmigo como poderoso gigante», declara Jeremías (20:11).
Cualquiera que sabe confiar en el Señor es «gigante», porque tiene de su lado al Creador y Sustentador, al Especialista en Milagros, al Obrador de lo Imposible.
¿Cómo se les explica a los niños el concepto de «corazón»? Una forma sencilla es decir que nuestro cuerpo es la casa, que la verdadera persona, el «yo», vive adentro de la casa. La Biblia lo llama corazón y es lo que Dios ve. Podemos adornar nuestra «casa» interior al portarnos bien, con obediencia, y al agradar a Dios como David, que «hizo todo lo que Dios quería».
El «niño» David aprendió en casa de su padre la obediencia, que lo ayudó en su vida de adulto a ser fiel a Dios. En el Salmo 139, David habla de cómo Dios lo conocía y formaba en el vientre de su madre. Es una maravillosa enseñanza sobre la importancia de cada persona, del valor que tenemos ante Dios, de que nos conoce y tiene un plan para cada uno.
Para guardar nuestro corazón, oremos como David:
Enséñame, oh Jehová, tu camino,
y guíame por senda de rectitud.
Sean gratos los dichos de mi boca
y la meditación de mi corazón delante de ti,
oh Jehová, roca mía, y redentor mío.
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce mis pensamientos;
y ve si hay en mí camino de perversidad,
y guíame en el camino eterno.
(Salmos 27:11; 19:14; 139:23,24)
Dios bendiga a cada padre y maestro en la preciosa tarea de moldear corazones para la eternidad.
La Perlita 493
Historia: 493 El pastorcito ungido como rey
Historia en color: 493 El pastorcito ungido como rey color
Lección bíblica: 03 Dios mira el corazón 03 Corazón CO
Para colorear 1 por hoja: 493 Actividad grande 1
Para colorear 2 por hoja: 493 Samuel unge a David
Póster: 493 Poster 1 Samuel 16_7
Tarjetas bíblicas: TB 1 Samuel 16_7 A4: TB 1 Samuel 16_7 A4
Láminas: 03 DAVID Dios mira el corazón AV
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Manualidad: DAVID
Carta: ACT DAVID 1 Sam 16_7
Actividad 1 por hoja: 493 Actividad grande 2
Actividad 2 por hoja: 493 El pastorcito David Actividad
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