Doce milagros de provisión

Fue un golpe duro cuando una iglesia después de 55 años retiró su apoyo. Yo había dado por sentado que estarían conmigo hasta el final. Nunca podemos estar seguros cuando se trata de ayuda “humana”; pero hay uno que nunca falla.

Mejor es confiar en Jehová
              que confiar en el hombre.
Mejor es confiar en Jehová
              que confiar en príncipes. Salmo 118:8,9

Durante los 55 años de servicio en la obra de Dios, el Señor nunca me ha fallado. Su provisión ha sido fiel. Hoy celebro 74 años de vida y testifico que no hay nadie como mi buen Dios y Salvador. ¡A Él sea la gloria por siempre jamás!

Hoy nos toca la historia de un extraordinario milagro de provisión. Veamos ahora 12 milagros de provisión de nuestro Padre celestial.

1. Agua amarga hecha dulce
Éxodo 15:22-25

2. Pan del cielo por 40 años
Éxodo 16:4-10; Deuteronomio 9:1-18; Josué 5:10-12; Salmo 78:23-25

3. Codornices para alimentar a millones de israelitas
Éxodo 16:11-13; Números 11:31-33; Salmo 78:26-29

4. Agua de la roca
Éxodo 17:1-7; Números 20:1-13

5. Cuervos traen pan y carne a Elías
1 Reyes 17:1-6

6. Multiplicación de aceite y harina en Sarepta
1 Reyes 17:7-16

7. Curación del agua
2 Reyes 2:19-22

8. Aceite multiplicado para una viuda
2 Reyes 4:1-7

9. Comida en abundancia en la sitiada Samaria
2 Reyes 7:1-20

10. Agua convertida en vino por Jesús
Juan 2:1-11

11. Alimentación de 4.000 hombres (además de las mujeres y los niños)
Marcos 8:1-10; Mateo 15:29-39

12. Alimentación de 5.000 hombres (además de las mujeres y los niños)
Marcos 6:30-44; Juan 6:1-14

Dios es nuestro proveedor. Pase lo que pase a nuestro alrededor, podemos estar seguros de que nunca nos dejará ni nos abandonará. Lee su promesa en Hebreos 13:5,6.

No olvides preparar una celebración para fines de este mes, en que cumpliremos 500 Perlitas.

¡Que tengas un día bendito en el Señor!

 

 

La Perlita 497

Historia:  497 El niño que compartió su merienda

Historia en color:  497 El niño que compartió su merienda color

Lección bíblica:  07 Merienda para Jesús     07 Versículo CO

07 Pan y pescados      caras felices     

Para colorear 1 por hoja:  497 Actividad grande 1

Para colorear 2 por hoja:  497 Merienda para Jesús

Póster:  497 Poster Hechos 20_35

Tarjetas bíblicas:  TB Hechos 20_35     A4: TB Hechos 20_35 A4

Láminas:  497 Una merienda para Jesús AV

Multimedia:  PPT El niño y la merienda   PDF  El niño y la merienda

Manualidad: Milagro de Multiplicación

497 ACT milagro instrucciones     Carta: 497 ACT Milagro     A4: 497 ACT milagro A4

Actividad 1 por hoja:  497 Actividad grande 2

Actividad 2 por hoja:  497 El regalo de un niño

Respuestas:

 

Los nuevos zapatos de Pepe

Los zapatos de Pepe estaban tan viejos y gastados que le daba vergüenza ponérselos para ir a la escuela. Pepe se los mostró a su mamá y le preguntó si ella le podía comprar nuevos zapatos.

La mamá miró los zapatos con tristeza. Realmente estaban muy gastados, y con gusto le hubiera comprado nuevos zapatos; pero no había dinero para comprar zapatos.

–Pepe, me parece que te pueden durar un poco más estos zapatos. El dinero que tengo sólo alcanza para comprar los alimentos que necesitamos –le dijo ella–. Por favor, hijo, no me pidas zapatos.

El papá de Pepe había sufrido un accidente y no podía trabajar como antes. Pepe podía comprender por qué sus padres no podían comprarle zapatos; sin embargo, se puso a llorar.

–No llores, Pepe –le dijo su mamá–. Papá y yo no podemos comparte nuevos zapatos; pero podemos pedirlos a Dios, nuestro Padre en el cielo. Él nunca nos abandona.

Pepe pide a Dios nuevos zapatos

Sin perder tiempo se arrodillaron junto a la cama y pidieron a nuestro buen Dios nuevos zapatos para Pepe. Con la seguridad de que Dios iba a contestar la oración, la mamá fue a hacer las compras.

Don Oscar, el dueño de la tienda, la saludó amablemente y le dijo:

–¿Ha tenido usted buena suerte hoy, señora? Parece estar muy contenta.

–Estoy contenta pero no por alguna buena suerte –contestó ella–. Al contrario, el tiempo es malo. Me siento feliz porque sé que Dios nos ayuda.

–Hay gente que siempre se queja. ¿Qué la alegra a usted?

–Como le dije, Dios nos ayuda. Estoy contenta porque sé que Dios ha escuchado la oración que le hicimos mi hijo y yo.

Un par de nuevos zapatos

Cuando la mamá de Pepe terminó de hacer sus compras, don Oscar le dijo:

–Tengo un par de zapatos casi nuevos que mi hijo Alfredo no puede usar. Él es un poco más grande que su hijo Pepe. Si me permite, se los daré.

¡Qué gran sorpresa! La mamá de Pepe le contó al buen hombre que ese día ella y su hijo habían pedido a Dios un par de zapatos.

–¡Es verdad que Dios cuida de sus hijos! –repitió don Oscar una y otra vez.

Después de agradecer al buen hombre por los zapatos, la mamá de Pepe volvió a casa. Se imaginaba la cara feliz que iba a poner su hijo. ¡Una vez más su Padre en el cielo les había mostrado su amor y cuidado!

¿Quién se alegró más?

En tu opinión, ¿quién se alegró más por los nuevos zapatos?

  • Don Oscar, que Dios usó para contestar la oración de Pepe y su mamá.
  • La mamá de Pepe, que confió en su Padre celestial.
  • Pepe, al ponerse los nuevos zapatos.

Dios es tu Padre y cuida de ti

¿Tienes una necesidad? Recuerda que Dios es tu Padre y que cuida de ti.

No siempre la respuesta a nuestras oraciones llega de una vez, como con Pepe; pero Dios nunca falla. De distintas maneras nos muestra su amor. Pon tus cargas en las manos del Señor, pues Él tiene cuidado de ti. Confía en Dios de todo corazón. Él nunca te abandona.

MIS PERLITAS

En Mis Perlitas encuentra todos los materiales de esta historia.

 

Necesidad de hospedaje en Ciudad de México

Hermanos de la hermosa capital de México necesitamos su ayuda. Tres de nuestros hermanos peruanos que trabajan con niños discapacitados necesitan hospedaje en el mes de febrero. Aquí sigue una carta explicativa. Cualquiera que pueda ayudar o darnos alguna información, déjeme un comentario. En la carta hay direcciones.

Carta: Solicitud de hospedaje en Ciudad de Mexico

Agradece a Dios por el pan

Javier estaba enojado y triste.

–¡Pan, pan y pan! –dijo, casi llorando–. ¡Todos los días pan! ¿Por qué hoy también tengo que comer pan?

–Pero, ¿qué esperabas, hijo? –dijo su mamá.

–Es que… mamá… hoy es mi cumpleaños. ¿Por qué tengo que comer pan hoy?

–¿Por qué no puedes comer pan en tu cumpleaños?

Javier estaba tan enojado que tiró el pan al piso, justamente cuando entró su papá en la cocina.

–¿Qué es lo que estás haciendo, hijo? –preguntó el papá con voz severa al ver lo que había hecho Javier–. ¡Ni por nada quiero ver esa clase de modales!

–Perdóname, papá –dijo Javier–. Es mi cumpleaños y yo quiero comer pasteles en vez de pan.

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PASTELES EN VEZ DE PAN

–Ah, ¿quieres pasteles? ¿No sabes que el pan vale mucho más que los pasteles?

–No lo creo, papá. Yo sé que los pasteles son más caros. Es por eso que mamá no compra pasteles.

–Es verdad que pagamos más por los pasteles, pero el pan vale más. El pan nuestro de cada día nos lo da nuestro buen Dios, mientras que los pasteles son del pastelero.

Javier miró asombrado a su papá, que prosiguió:

–Hijo, ¿qué nos enseñó el Señor Jesús?

¿Debemos pedir pan o debemos pedir pasteles?

–Pues… pan –contestó Javier, de mala gana.

–Buena respuesta, hijo. Ahora te diré lo que cuesta el pan.

EL VALOR DEL PAN

–Mientras tú aún dormías, alguien se levantó para sembrar trigo, tal vez en una mañana fría. Mientras tú te divertías jugando, alguien, bajo el calor del sol, tuvo que cosechar el trigo.

»Otros construyeron máquinas y hornos, y otros se levantaron muy de mañana para hacer el pan. A nosotros el pan sólo nos cuesta unos pesos, pero a otros les ha costado trabajo y sudor.

PAN DE LA SELVA

–¿O prefieres al pan de la selva? –preguntó la mamá.

–¿Pan de la selva? –dijo Javier.

Nunca había oído hablar de ese pan y le llamó la atención.

–Mamá, ¿qué pan es ese? –preguntó Javier348-pan-de-la-selva-3

–Verás, hijo, muchos niños no comen el pan de trigo porque donde ellos viven no hay ese pan.

Luego la mamá dijo que para los niños de la selva los plátanos o las bananas son el pan.

–Mamá, tú sabes que yo como plátanos o bananas. ¿Por qué me preguntas si prefiero ese “pan”?

–Pensaba que como no quieres comer pan de trigo hoy quizá quisieras comer un pan de la selva para el desayuno. ¡Qué bueno que ese “pan” viene envuelto, fresco y limpio!

–¿Sabían ustedes que hay más de trescientas variedades de plátanos o bananas? –preguntó el papá, que había escuchado la conversación sin interrumpir.

–¡Más de trescientas variedades! –exclamó Javier–. Yo solo conozco dos: las bananas que como de postre y los plátanos que mamá fríe para comer con arroz.

Siguió la conversación un rato más. Luego el papá de Javier sacó unas monedas del bolsillo y dijo:

–Anda, hijo. Aquí tienes para los pasteles.

EL PAN DE CADA DÍA

Pero Javier no fue a comprar pasteles. Guardó las monedas para otra cosa y comió con gusto el pan de cada día. Más tarde fue a jugar con sus amigos y les contó lo que había aprendido de su papá.

–El pan es más de Dios y los pasteles son más del pastelero –les dijo.

Desde ese día Javier come con gusto su pan, porque sabe lo mucho que cuesta. Cuando va con su mamá a hacer compras en el mercado, busca si puede descubrir otras variedades de «pan de la selva».

NO DESPRECIES EL PAN

Si te sientes aburrido del pan que comes a diario, piensa que hay muchísimos niños en el mundo que darían cualquier cosa por comer un pan fresco y calientito. Muchos se duermen con el estómago vacío y no saben si habrá pan para el desayuno.

Cuando quieras quejarte porque en vez de pasteles tienes que comer pan, agradece a Dios porque hay pan en tu mesa. Hay muchas cosas que agradecer a Dios. Haz una lista.

¿Te cuento un secreto? Tengo un cuaderno para escribir agra-decimientos. Cada día, antes de comer mi pan, escribo tres cosas por las que agradezco a Dios. Y cada día pongo algo diferente. Nunca termino de agradecer a Dios. ¿Te gustaría hacer lo mismo: escribir tus agradecimientos? ¡Hazlo!

¿Vives en la selva? Agradece a Dios por el delicioso «pan» que viene envuelto y listo para comer. ¿Vives en la ciudad? Da gracias a Dios por el campesino y el panadero que trabajan para que tengas pan.

¿No tienes pan? Como dijo Jesús, pide a tu Padre en el cielo: «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.»

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visita Mis Perlitas.

Nuevos zapatos para Pepe

PepePepe tenía un par de zapatos muy gastados. Le daba vergüenza ir a la escuela con zapatos tan viejos; pero sus padres no tenían dinero para comprarle un nuevo par. ¿Sabes qué hicieron? Confiaron en nuestro buen Dios y Padre celestial.

 

Un día Pepe le preguntó a su mamá si le podía comprar nuevos zapatos. Los que tenía estaban tan viejos y gastados que le daba vergüenza ir a la escuela.

La mamá miró los zapatos con tristeza. Realmente estaban muy gastados, y con gusto le hubiera comprado nuevos zapatos; pero no tenía dinero suficiente.

–Pepe, me parece que te pueden durar un poco más estos zapatos –le dijo–. El dinero que tengo sólo alcanza para comprar los alimentos que necesitamos. Por favor, hijo, no me pidas zapatos.

LAS LÁGRIMAS DE PEPE

Pepe no podía comprender por qué sus padres no podían comprarle zapatos. Se puso a llorar amargamente.

Su mamá se puso muy triste al verlo llorar.

–No llores, Pepe –le dijo–. Papá y yo no podemos comparte los zapatos; pero se los vamos a pedir a Dios. Él nunca nos abandona.

Sin perder tiempo se arrodillaron junto a la cama y pidieron a Dios un par de nuevos zapatos para Pepe.

DIOS OYE LA ORACIÓN

Con la seguridad de que Dios iba a contestar la oración, la mamá de Pepe fue a hacer las compras. En la tienda donde fue a comprar, el dueño le dijo:

–¿Ha tenido usted buena suerte hoy, señora? Parece estar muy contenta.

–De ninguna manera –contestó ella–. Al contrario, el tiempo es malo. Estoy contenta porque sé que Dios nos ayuda.

–Sí, eso es bueno; pero hay mucha gente que siempre se queja. ¿Qué la alegra hoy?

–Como le dije, Dios nos ayuda. Estoy contenta porque sé que Dios ha escuchado la oración que le hicimos mi hijo y yo.

Pepe y zapatosUN PAR DE ZAPATOS

Cuando la mamá de Pepe terminó de hacer sus compras, el dueño de la tienda le dijo:

–Tengo un par de zapatos casi nuevos que mi hijo Alfredo no puede usar. Creo que él es un poco más grande que su hijo Pepe. Si me permite, se los daré.

¡Qué feliz se sintió la mamá de Pepe! Le contó al buen hombre que ese día ella y Pepe habían pedido a Dios un par de zapatos.

DIOS ES UN PADRE AMOROSO

Una y otra vez el dueño de la tienda repetía: «¡Es verdad que Dios cuida de sus hijos!»

Después de agradecer al dueño de la tienda por los zapatos, la mamá de Pepe volvió a casa. Se imaginaba la cara feliz que iba a poner su hijo. ¡Una vez más Dios les había mostrado su amor!

¿QUÉ PIENSAS?

En tu opinión, ¿quién crees que se alegró más?

  • (1) El hombre que Dios usó para contestar la oración de Pepe y su mamá;
  • (2) la mamá de Pepe;
  • (3) Pepe, al ponerse los nuevos zapatos.

DIOS CUIDA DE TI

¿Tienes una necesidad? Dios es tu Padre y Él cuida de ti. No siempre la respuesta a nuestras oraciones llega tan rápido como con Pepe; pero Dios nunca falla. De distintas maneras nos muestra su amor. Confía en Él de todo corazón.

1 Pedro 5 7

Para imprimir: 301 Nuevos zapatos para Pepe    Nuevos zapatos para Pepe color

Hoja para colorear: Dios cuida de mi  Actividad: Dios cuida de ti Actividad

Póster: Poster 1 Pedro 5_7

 

 

Pollo a la brasa para Saúl

Tal vez has oído la historia del niño Samuel, que vivía en el templo de Silo con el sacerdote Elí. Era un niño diferente, porque su mamá lo había pedido a Dios.

Samuel ayudaba al sacerdote Elí. Sus padres vivían lejos del templo; pero cada año viajaban allá y visitaban a Samuel. Su mamá entonces le traía ropa nueva.

Una noche Dios le habló a Samuel. ¿Sabes lo que Samuel contestó?

«Habla, Señor, que tu siervo te oye.»

La historia de Samuel está en la Biblia, en el primer libro de Samuel. Búscala y léela.

 EN LA CASA DE ORACIÓN

Ahora quiero contarte de un muchachito que, así como Samuel, vivía en el templo. No en Silo, sino en la Casa de Oración, en la ciudad de Huancayo, en Perú. Se llamaba Saúl.

Un día Saúl tenía muchas ganas de comer pollo a la brasa. Se le hacía agua la boca al pensar en ello.

–Mamita, por favor, vamos a comer pollo a la brasa –le pidió Saúl a su mamá.

Pero ella no pudo complacerlo.

LA VISITA DE AMIGOS

Mientras Saúl pensaba en comer pollo, alguien tocó la puerta. Eran unos amigos de la familia.

–Hemos venido a visitarlos –dijeron–. Nos parece que sería bonito almorzar juntos. Hemos traído algo para el almuerzo.

POLLO A LA BRASA

Le dieron un paquete caliente a la mamá de Saúl. Cuando ella lo abrió, Saúl empezó a saltar de alegría. Sus amigos le habían traído lo que él tanto deseaba comer: pollo a la brasa.

El almuerzo fue muy agradable. Conversaron y rieron. Luego pasaron una linda tarde de compañerismo.

El que más disfrutó de la visita fue Saúl. ¿Quién les había dicho que él quería comer pollo a la brasa?  ¿Cómo sus amigos trajeron justo lo que él tenía tantas ganas de comer?

CUIDABAN LA CASA DE DIOS

Creo que nuestro buen Dios estaba escuchando lo que Saúl le pedía a su mamá, porque a Él le importa todo acerca de nosotros.

Saúl vivía con su mamá y su hermana en el templo. Ellos cuidaban de la casa de Dios y hacían la limpieza Muchas veces Saúl ayudaba a su mamá. Ellos se esmeraban para que todo estuviera limpio y en orden.

DIOS SABE TUS DESEOS

¿Piensas que Dios es tan grande y que está tan lejos que no le importa nada de ti? No es así. Dios te ama y Él conoce tus más íntimos pensamientos.

Dios puede hacer por ti lo que hizo por Saúl. Él te ve y sabe tus deseos. Ámale de todo corazón y verás las cosas maravillosas que hará por ti.

 

Deléitate en el Señor, y él te concederá
los deseos de tu corazón.

Salmo 37:4, NVI

 

Para imprimir la historia: Pollo a la brasa para Saúl

Hojas para colorear: Dios provee

Hoja de actividad: Pedido a Dios