En casa de Katia tenían una costumbre muy hermosa. En los cumpleaños la mamá vestía una silla con flores y la adornaba con cintas.
El cumpleañero se sentaba en la silla adornada y toda la familia le cantaba: «¡Feliz cumpleaños!» Todo el día era de fiesta y alegría. No porque se daban grandes y costosos regalos.
Al contrario, a veces no había dinero para comprar regalos. Pero cada uno demostraba su amor con algo pequeño. Tal vez un fuerte abrazo, una sonrisa amorosa, o un regalo hecho con las propias manos.
¡Pronto le tocaba a Katia cumplir años! Estaba muy emocionada y pensaba en qué regalo le daría su mamá. Tal vez recibiría un vestido nuevo confeccionado por ella.
¿Cómo mamá adornará mi silla este año? se preguntaba Katia. Ella quería que la adornara con flores rosadas.
SE ENFERMÓ LA MAMÁ
Pero nada fue como Katia lo había deseado. Unos días antes del cumpleaños, su mamá enfermó gravemente. Tuvieron que llevarla con urgencia al hospital.
–Mamita, vuelve pronto –le pidió Katia–. Quiero que adornes la silla para mi cumpleaños.
–Sí, hijita –contestó su mamá con voz débil–. Trataré de volver pronto.
Pero la mamá no volvió pronto del hospital.
Amaneció con lluvia el día del cumpleaños de Katia. Ella pensaba que iba a ser un día muy triste; pero se llevó una gran sorpresa. Cuando fue a tomar el desayuno… en el comedor estaba la silla de cumpleaños, adornada tal y como ella se lo había imaginado: ¡con flores rosadas!
El papá y la hermana de Katia habían tratado de arreglar todo tan lindo como lo hubiera hecho la mamá; pero aun así ella les hacía mucha falta. Como hacían todos los días, oraron que la mamá sanara pronto.
–Cuando vuelvan de la escuela esta tarde iremos al hospital –dijo el papá–. He pedido permiso de mi trabajo.
–¡Qué lindo! Vamos a ver a mamá –gritó Katia, alegre.
UNA GRAN SORPRESA
Esa tarde, cuando las niñas volvieron de la escuela, hubo una gran sorpresa. Dios había escuchado sus oraciones. La mamá había mejorado y ahora estaba en casa.
–¡Mamá! –exclamó Katia, entusiasmada–. ¡Qué lindo que estás aquí para mi cumpleaños!
–Hijita, Dios ha hecho un milagro. El médico dijo que nunca ha visto a alguien sanarse tan rápidamente.
–Hemos orado por ti todos los días –dijo Katia–. Dios ha contestado nuestras oraciones.
EL MEJOR CUMPLEAÑOS
A la hora de la cena a Katia le tocaba sentarse en la silla de cumpleaños, que estaba adornada con hermosas flores; pero ella quiso que su mamá se sentara allí.
–Mamita, siéntate en la silla –dijo–. Eres mi gran regalo de cumpleaños. Nada es igual cuando tú no estás aquí.
Todos conversaron alegremente. La mamá contó sus experiencias de los días en el hospital y los niños le dijeron cuánto la habían echado de menos. Nunca antes habían estado sin la mamá.
–Éste ha sido mi mejor cumpleaños –dijo Katia–. Tener aquí a mamá es mejor que todos los regalos del mundo.
–Gracias, hijita –dijo la mamá–. Pero ahora nos toca festejarte a ti.
Y todo juntos le cantaron: «¡Feliz cumpleaños!»
LA VIDA ES CORTA
Cuando eres niño te parece que el tiempo pasa lentamente entre cada cumpleaños. Pero la vida es corta. Antes de que te des cuenta pasarán los años y tendrás que asumir las responsabilidades de una persona adulta.
El siervo de Dios Moisés oró que podamos entender que la vida es corta, para así vivir con sabiduría.
Cuando sea tu cumpleaños, recuerda que los años pasan rápidamente. Pide a Dios que te dé sabiduría para vivir bien.
Para imprimir:
314 La silla de cumpleaños 314 La silla de cumpleaños color
Hoja para colorear: 314 Cumpleaños
Póster: 314 Salmo 9012 poster
Actividad: 314 La vida es corta