Reyes del pueblo de Dios

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El pueblo de Israel quería ser como las demás naciones. Se reunieron los ancianos y fueron a hablar con Samuel. «Danos un rey que nos gobierne», fue su pedido. Esto disgustó a Samuel; pero el Señor le dijo que haga caso al pueblo. Sin embargo, debía advertirles de cómo el rey los gobernaría.
En los siguientes meses estudiaremos acerca de los reyes. No abarcaremos todos los reyes de Israel y Judá, porque fueron muchos; pero escogeremos los principales, comenzando con el rey Saúl. Así como Dios se manifestó en él y lo llenó de su poder, desea hacerlo con cada uno de sus siervos.
Busque de todo corazón más del poder de Dios en su vida. Cuando Dios elige a un hombre (o a una mujer) para llevar a cabo su obra, no se fija en el rango social de la persona, ni en su situación económica. Más bien, mira si la persona está dispuesta «a toda buena obra» (Tito 3:1), y luego la llena de su poder.
Deseo las ricas bendiciones de Dios a maestros y alumnos. Oremos unos por otros para que este tiempo de estudio sea de gran provecho. Desde el Cono Sur de las Américas hasta el norte de Europa estaremos unidos por el poder del Espíritu Santo.
Un abrazo,
Hermana Margarita

El pueblo de Israel quería ser como las demás naciones. Se reunieron los ancianos y fueron a hablar con Samuel. «Danos un rey que nos gobierne», fue su pedido. Esto disgustó a Samuel; pero el Señor le dijo que haga caso al pueblo.

Había en Israel un joven buen mozo; en todo Israel no había otro tan hermoso como él.
De hombros arriba sobrepasaba a todos. Además, era valiente, trabajador y obediente. Se llamaba Saúl.

Cuando Samuel lo presentó al pueblo dijo:
–Vean qué hermoso es el rey que Dios ha elegido. No hay otro igual en todo Israel.
–¡Viva el rey, viva el rey! –gritó el pueblo. Todos se sentían felices al ver a su rey.