El desayuno del cielo

Era una mañana como cualquier otra. Los niños estaban sentados a la mesa esperando su desayuno. Allí estaban los platos, allí estaban las tazas; pero vacíos…

–Demos gracias a Dios por el desayuno –dijo Jorge Müller, el «papá» de los niños.

Los niños eran huérfanos y habían encontrado refugio en el hogar de este hombre bondadoso, que confiaba en Dios por todo lo que él y los niños necesitaban.

MÁS DE 10.000 NIÑOS

Jorge Müller comenzó con una casa y 30 niños. Al poco tiempo tenía cuatro casas y 150 niños que cuidar. Durante sesenta largos años, él cuidó de miles de niños huérfanos. Cuando murió, a los 93 años de edad, tenía cinco casas con más de 2.000 niños. En total, Jorge Müller refugió a más de 10.000 niños, que recibieron un hogar en el orfanato.

PEDÍA TODO DE DIOS

Los niños miraron a «papá Jorge». Ellos estaban acostumbrados a orar, a pedir a Dios lo que necesitaban.

Jorge Müller nunca pedía nada de nadie, sino solamente a Dios. Cada día se levantaba muy de mañana para orar. Todo lo que los niños necesitaban, él se lo pedía a Dios en oración. A veces Dios mandaba gran cantidad de dinero, otras veces llegaba poco; pero nunca les faltaba lo necesario.

EL LECHERO Y LA LECHE

Esa mañana, cuando los platos y las tazas en las mesas estaban vacíos, «papá Jorge» nuevamente confió en el Padre celestial y oró a Dios que les mandara desayuno.

¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! Alguien tocaba la puerta.

Allí estaba el lechero. El carro con el que repartía la leche se había malogrado afuera de la puerta del orfanato.

–No puedo seguir repartiendo leche –dijo el lechero–. Tomen ustedes la leche.

El lechero dio toda la leche para los niños del orfanato.

EL PANADERO Y EL PAN

Al poco rato, nuevamente alguien tocó la puerta.

¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! Era el panadero, que traía canastas y bandejas llenas de pan.

–Me levanté temprano –dijo el panadero–. Dios me dijo que tenía que traerles pan.

¡Qué rico era el aroma del pan recién horneado!

Leche y pan fue lo que Dios mandó al orfanato esa mañana. Los niños tomaron felices su desayuno del cielo. Después, Dios proveyó comida para el almuerzo y la cena.

UN PREDICADOR DE ALEMANIA

Así era la vida de Jorge Müller. Él había llegado de Alemania a Inglaterra para predicar el evangelio. Mientras iba de lugar en lugar, predicando la palabra de Dios, vio a muchos niños harapientos y sucios que jugaban en las calles. Muchos de ellos no tenían padres que los cuidaran.

Dios le habló y le dijo que quería que comenzara un orfanato para tantos niños huérfanos que había en la ciudad.

Jorge Müller vivía en Bristol. Él habló con los hermanos de la iglesia donde trabajaba, pero ellos no estaban de acuerdo con la idea. Sin embargo, Dios le había hablado y el buen hombre no pudo quedarse tranquilo.

Jorge Müller empezó a orar a Dios para que le diera lo necesario. Como respuesta a sus oraciones recibió una casa, dinero, gente que le ayudara, y niños que vivieran en el orfanato. Fue así que llegó a ser el «papá» de miles de niños.

PADRE DE LOS HUÉRFANOS

En el Salmo 68:5 dice que Dios es «Padre de los huérfanos». Dios también es la «ayuda de los huérfanos». Dios pone en el corazón de hombres y mujeres, tales como Jorge Müller, que se preocupen de los huérfanos, porque a al Señor le importa mucho el bienestar de estos niños.

¿Quisieras orar por los huérfanos allí donde tú vives?

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