Doña Beatriz le había dado un tema de investigación a Pimienta. Él se sentía feliz e importante. Tanto le gustaba investigar que pensaba ser detective cuando fuera grande.
Pimienta iba a hacer una lista de las Marías que hay en el Biblia. ¿Cómo lo iba a averiguar? Ir página por página demoraría mucho tiempo.
El primo de Sal tiene computadora –pensó nuestro amiguito–. Voy a pedirle que me ayude.
¡Y eso es lo que hizo!
Sergio, el primo de Sal, era experto en buscar información. ¿Cómo haría para encontrar estos datos?
–No es tan fácil hacer esto –dijo Sergio–. Necesito tener una Biblia en la computadora.
–¿Cómo vas a conseguir eso? –preguntó Pimienta.
–Hay programas que tienen la Biblia. Voy a buscar uno que pueda instalar gratis.
Sergio estuvo ocupado toda la semana con sus estudios. No pudo dedicar mucho tiempo a buscar un programa para instalar la Biblia; pero logró hacerlo el sábado. Antes de ir a la reunión del Club Pimienta fue a su casa.
–Dime, ¿qué necesitas? –le dijo Sergio.
–Quiero saber cuántas Marías hay en la Biblia?
–Eso será fácil con el programa que tengo ahora. Vamos a poner «María» para la búsqueda y veremos lo que sale.
En la búsqueda salieron todos los versículos donde había el nombre de María. Con la ayuda de Sergio y de su amigo Sal,
Pimienta escogió seis Marías para su lista.
- María, la hermana de Moisés
- María, la madre de Jesús
- María Magdalena
- María, la madre de Jacobo y José
- María de Betania, hermana de Marta y Lázaro
- María, la madre de Juan Marcos
Esa tarde Pimienta fue muy feliz al Club, con su lista en la mano. Doña Beatriz le agradeció por el buen trabajo que había hecho, luego dijo:
–Poco a poco vamos a aprender acerca de cada una de estas Marías; pero ahora les voy a contar la historia de Anita, una niña que aprendió la importancia de ser agradecida.
Anita y los dos ángeles
Anita se sentía muy triste y afligida. Su mamá estaba en cama, gravemente enferma. En la casa reinaba silencio absoluto. Ella caminaba de puntillas de un cuarto a otro. No sabía qué hacer. Se le habían ido las ganas de jugar, y tampoco tenía con quien conversar. Estaba muy, pero muy triste.
De pronto tuvo una idea. Recordó un versículo bíblico que había aprendido en la escuela dominical:
«¡Pidan y se les dará!»
Entró corriendo a su dormitorio, dobló sus rodillas junto a la cama, y pidió de todo corazón la sanidad de su querida mamá.
Salió calmada de su cuarto. Se encontró con la enfermera, que le dijo: «Tu mamá está mejorando; pronto estará sana.»
¡Qué buenas noticias! Anita comenzó a saltar de alegría. Dios había escuchado su oración.
Esa noche, Anita tuvo un sueño extraño en que ella iba caminando por las calles del cielo. Allí vio a dos ángeles. Cada uno de ellos estaba halando una canasta desde la tierra.
Una de las canastas se veía muy pesada; pero el ángel sonreía. El otro ángel no parecía nada contento. Cada vez que halaba su canasta llegaba vacía.
Anita sintió lástima al ver al ángel tan triste. Sintió curiosidad por saber la razón, y se animó a preguntárselo:
–Querido ángel, ¿por qué tu canasta llega vacía?
Muy triste el ángel le respondió:
–Te lo diré, pequeña. La canasta llega vacía porque los hijos de Dios en la tierra se olvidan de agradecer al Señor por la ayuda que reciben. Mi canasta, de los agradecimientos, muchas veces llega completamente vacía.
El ángel sonriente, que tenía la canasta llena, dijo:
–Mi canasta es de las peticiones. Tú misma acabas de ver que llega llena. Los hijos de Dios en la tierra tienen muchas cosas que pedirle a Dios.
Anita se despertó. Sintió como una punzada en su corazón.
No he dado gracias a Dios por la mejoría de mi mamá –pensó Anita, arrepentida–. Yo también he entristecido al ángel que tiene la canasta de los agradecimientos.
Agradece a Dios por sus bondades
Por medio de ese extraño sueño, Anita aprendió una lección importante. No más dejó de enviar agradecimientos al cielo por las oraciones contestadas.
¿Qué de ti? ¿Agradeces a Dios por sus bondades?
«Den gracias al Señor, porque Él es bueno.»
MIS PERLITAS
Todo lo referente a esta historia está en Mis Perlitas.