Pepito y las mentiras

Lee acerca de Ananías y Safira en Hechos 5:1-11.

A los niños del Club les impresionó lo que pasó con Ananías y Safira, dos hermanos de la iglesia en Jerusalén que se pusieron de acuerdo para mentir.

–Ellos cayeron muertos por mentir –dijo Pimienta.

–Dios los puso como ejemplo para mostrar que delante de Dios la mentira es pecado –añadió Sal.

–No mintieron a Pedro sino a Dios –dijo Samuel.

–Sí –respondió doña Beatriz, la buena vecina que dirigía el Club–. Toda mentira es pecado. Me alegra que hayan prestado atención a la historia. Ahora les voy a contar acerca de Pepito, que tenía una muy mala costumbre.

El niño más mentiroso

Pepito era un niño mentiroso. Mentía por aquí y mentía por allá. En el barrio donde vivía, era conocido como el niño más mentiroso.

El papá de Pepito se preocupaba mucho de que su hijo fuera tan mentiroso. Castigaba a Pepito; pero el muchacho lo mismo seguía mintiendo. Oró a Dios por su hijo y el problema de las mentiras.

Un día tuvo una idea de cómo enseñarle una lección, con la esperanza de que Pepito dejara de mentir.

Una lección para Pepito

–Pepito, no sé qué hacer contigo –le dijo su papá–. Tienes la muy mala costumbre de mentir. Te he dicho muchas veces que la mentira es pecado. Ahora te voy a enseñar una lección. Pero primero vamos a orar para que Dios te ayude.

Después de la oración, el papá le dio a Pepito un trozo de madera, unos clavos y un martillo, y le dijo:

–Quiero que coloques un clavo en la madera por cada mentira que has dicho esta semana.

A Pepito no le gustó la idea; pero tenía que obedecer a su papá. Con la madera, el martillo y los clavos, se puso a recordar todas las mentiras que había dicho en los últimos días y empezó a clavar.

La madera y los clavos

Un clavo por mentir a su maestro; dos clavos por las mentiras que había dicho a su hermana; un clavo por mentir a su papá; otro clavo por mentir a su mamá… ¡Clavó y clavó!

Al fin, la madera se llenó de clavos. Por primera vez Pepito se dio cuenta de cuánto mentía. ¡Qué fea estaba la madera!

–Papá, ¿puedo sacar los clavos? –preguntó Pepito–. No me gusta verlos porque me recuerdan las mentiras.

–Sí, hijo, saca los clavos.

Pepito sacó los clavos, uno por uno. ¿Cómo quedó la madera sin los clavos? ¡Llena de huecos!

–Pepito, puedes sacar los clavos pero no puedes borrar los huecos –le dijo su papá–. Después de mentir puedes pedir perdón, pero no se borran las cosas que has dicho. Por eso, cuida lo que dices, hijo.

¡Una nueva madera!

Pepito tuvo mucho en qué pensar ese día. Cada vez que miraba la madera y veía los huecos, recordaba las mentiras.

–Papá, no quiero mentir –dijo Pepito–. ¿Qué puedo hacer?

–Solo Jesús puede ayudarte –contestó su papá.

Con todo amor le explicó que el Señor Jesús no solo perdona nuestros pecados, sino que limpia y borra todo el pasado. Nosotros no podemos borrar los «huecos» que dejan las mentiras. Pero Jesús hace más que borrar los huecos. ¡Él nos da una nueva madera!

–Con Cristo Jesús somos una nueva creación –le explicó el papá a Pepito–. Dios nos perdona todas las cosas de antes y nos hace comenzar una vida nueva.

Pepito oró al Señor y pidió perdón por sus mentiras.

«Gracias, amado Jesús, por perdonar mis pecados –dijo Pepito–. ¡Ayúdame a hablar siempre la verdad.»

Un nuevo Pepito

Con la ayuda del Señor, Pepito cambió. Ya no lo conocen como el muchacho mentiroso del barrio sino como un niño honrado que habla la verdad.

–Quiero ser como Pepito –dijo Pimienta–. En mi casa todos mienten; pero yo no quiero mentir sino hablar la verdad.

–Tú puedes dar un buen ejemplo –dijo doña Beatriz–.Dios te ayudará a cumplir lo que escribió el apóstol Pablo en una de sus cartas: «Dejen de mentirse unos a otros».

MIS PERLITAS

En Mis Perlitas están todos los materiales para esta historia.